El 18 de enero pasado, Fernando Báez Sosa fue asesinado a golpes y patadas por un grupo de rubgiers mientras pasaba sus primeras vacaciones en Villa Gesell. Desde entonces, su familia pide justicia: “A partir de ahí se terminó nuestra felicidad. De un día para el otro, aparecieron estos asesinos inhumanos, lo mataron de una manera brutal cuando nuestro hijo no les había hecho nada. Le patearon, le reventaron la cabeza, todo el cuerpo, por todos lados”, relata su madre Graciela.
“Y a partir de ese día, nuestra vida es un calvario. A Fernando no le dieron ni la más mínima oportunidad de defenderse, nada, lo mataron a traición. Por eso decimos que la única justicia posible es que los asesinos sean condenados a perpetua. Esto no puede quedar en el olvido, ni taparse porque ellos tienen dinero, por creerse superiores, porque nadie es más que nadie, todos somos iguales, todos terminamos en el mismo lugar, así que deben pagar por lo que hicieron”, indica su padre Silvino.
A casi un año de del crimen de Fernando, Clarín dio a conocer una carta que escribió el joven en donde expresa cómo imaginaba su futuro:
“Creo que dentro de 10 años voy a estar haciendo lo que me gusta y disfrutando mi vida. Poder cumplir los sueños, objetivos y expectativas que tengo, darles regalos a mis padres, tratando de darles lo que me dieron. Espero ya tener una pareja, una estabilidad y comodidad económica. Amor, familia, amistades, cariño, unión, felicidad, conocimiento. Viajar, conocer y conectarme. Mi misión es conectar, amar, brillar y servir. Mis valores centrales son: amistad, independencia, placer, relaciones valiosas y el tiempo libre al servicio de las personas, la exploración de la mente, los deportes y la autoayuda”.
El padre del joven describe: “Acá no es que mataron a Fernando nomás, nos mataron a nosotros también. Nosotros no tenemos vida, perdimos la libertad. Antes ella podía ir a ver a su familia a Paraguay o yo ir a trabajar a alguna construcción afuera, porque siempre alguien se quedaba con Fernando. Pero ahora voy a trabajar a siete cuadras y quedo preocupado, porque mi mujer no se encuentra bien”.
“Te voy a decir la verdad, a veces mi cabeza no está bien, me cuesta hasta cruzar la calle, porque me distraigo y no sé si el semáforo está en verde o en rojo. Estoy pensando en otra cosa, mi mundo está en otro lado”, señala Silvino en una entrevista con Revista Viva.
Los ocho rugbiers acusados
La fiscal Verónica Zamboni en el mes de noviembre, cerró la investigación preliminar y pidió la elevación a juicio de los ocho jóvenes que están detenidos, acusados de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
Los acusados son: Máximo Thomsen de 20 años, Ciro Pertossi de 20, Luciano Pertossi de 19, Enzo Comelli de 20 años; Matías Benicelli de 21, Blas Cinalli de 19, Lucas Pertossi de 21 y Ayrton Viollaz de 21 años.