El turismo en la Argentina tendrá este año dos caras: una pujante, para el movimiento fronteras adentro del país (tanto el turismo interno como la llegada de extranjeros), y una en retroceso para todo lo que comprenden los viajes al exterior. Esto se traducirá en crecimiento del consumo interno, caída en los vuelos internacionales, mayor entrada de turistas extranjeros y balanza del sector levemente superavitaria.
No es necesario especular demasiado para encontrar una explicación a esta nueva tendencia, porque está en el salto del valor del dólar, que roza los $40 por estos días. Desde la Secretaría de Turismo de la Nación agregan, como factor secundario, el desarrollo de las low cost y la fuerte promoción de los destinos argentinos. En conclusión, el turismo emisivo (los que salen del país) cayó 25/30% respecto del último cuatrimestre de 2017.
Los números se invierten al hablar de turismo receptivo, ya que en septiembre de 2018 entraron al país 12% más de visitantes extranjeros que en igual mes de 2017; en octubre, 7% más; en noviembre, 13% más, y en diciembre, 15% más.
Se prevee que el turismo interno en el país va a crecer 20% en el verano respecto de 2018. El dato no es menor, puesto que la temporada estival representa 37% del movimiento turístico total del año. Según señalan a La Nación desde Aerolíneas Argentinas, la cantidad de pasajeros de cabotaje creció de 9,5 a 9,8 millones, mientras que la de internacionales cayó de 3,6 a 3,3 millones.
Gustavo Santos, secretario de Turismo de la nación, señala que, desde una mirada más general sobre el sector turístico, este vuelco al turismo interno genera que sea probable que al final de este año la balanza sectorial, que en 2018 siguió con déficit, pase a ser superavitaria.
Pero ¿eso suma, en una economía ávida de dólares? Según Santos, el impacto directo del turismo en divisas en todo 2017 (último año con balance cerrado) fue de US$15.000 millones, una cifra que supera lo que genera el complejo sojero en el país. El turismo representa 3% del producto bruto interno (PBI), solo por los gastos directos, pero si se suma todo el movimiento indirecto, más el inducido -que es la diferencia de actividad económica que tiene una región en función de que sea o no turística-, ese porcentaje llega al 6/7%. "Además, el sector genera 5,4% del empleo en la Argentina", agrega Santos.