Sólo tomó nota, sin adelantar compromiso alguno. Esa fue la actitud del jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), el italiano Roberto Cardarelli, ante los pedidos y la "preocupación" por el ajuste derivado del acuerdo del Gobierno nacional con ese organismo para obtener 50 mil millones de dólares, que le planteó la mesa chica de la CGT.
La única definición, si es que así puede considerarse, provino de Cardarelli, cuando los sindicalistas le plantearon si el acuerdo con el FMI prevé en su letra chica una reforma laboral. "Nada de eso está previsto", les dijo, palabras más, palabras menos, el funcionario fondomonetarista, según contó a VíaPaís una fuente sindical. (La reforma laboral parece estar en marcha de hecho, a partir de lo que dijo en su momento el primer ministro de Economía del gobierno de Mauricio Macri, Alfonso Prat Gay, de que habría que resignar salarios a cambio de conservar las fuentes de empleo.) Después el italiano partió a reunirse con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
Se trató, en definitiva, de la primera reunión cara a cara entre el FMI y la CGT, desde la firma del acuerdo. El lugar fue la sede de la Uocra, el sindicato de la construcción que conduce Gerardo Martínez, cercano al Gobierno e integrante de los "independientes", junto a Andrés Rodríguez (Upcn) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), también presentes. Junto a ellos estuvieron los triunviros cegetistas Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, más el ferroviario Omar Maturano (La Fraternidad). A Cardarelli, a su vez, lo acompañaron dos miembros de la comitiva del Fondo, Joyce Wong y Paolo Didine.
El italiano sintetizó en un minuto y medio la reunión que duró algo más de una hora, en una imprevista declaración de prensa, que se abrió sólo a dos preguntas de los periodistas. "Fue una muy buena reunión", dijo, en la que "hemos escuchado" la visión de la CGT sobre la situación económica. Y agregó: "Hemos comunicado lo que el programa intenta hacer: la importancia de la estabilización macroeconómica, manteniendo las cláusulas de salvaguarda sobre los programas sociales".
El delegado del Fondo dijo además que "estamos muy confiados en que todo seguirá siendo en la mejor manera posible. Hasta ahora las medidas que se tomaron son confortantes". Un periodista le había preguntado acerca de las medidas adoptadas por el Gobierno en función del cumplimiento del acuerdo; en particular, sobre el seguro incumplimiento de la meta de inflación de 32 por ciento este año, que según algunas versiones obligaría a negociar un "waiwer" (perdón) con el organismo. Cardarello aventó toda duda al respecto: "La inflación tiene que bajar y nosotros creemos que va a bajar el año próximo". Un "waiwer" implícito en esa declaración.
El triunviro cegetista Schmid no dejó de afirmar al salir de la reunión la posición de la CGT. "Obviamente que seguimos preocupados", sostuvo-"Ratificamos lo que dijimos antes de la reunión, de que no estamos de acuerdo con el costo social del acuerdo. Ellos (por los representantes del FMI) tienen una postura tecnocrática y en la reunión dieron detalles del diseño del acuerdo con el Gobierno". Y advirtió: "Si el ajuste se extiende, hay posibilidades de conflicto muy grave en la Argentina".
Pero la versión que del encuentro dio a VíaPaís una fuente sindical cercana a Martínez distó de ser tan contundente. La CGT planteó que la situación económica, social y laboral "es seria"; que hay "escaso margen" para que el Gobierno profundice un ajuste que tenga impacto en temas laborales y que es necesario mantener los recursos para garantizar los programas de asistencia social, como lo ratificó Cardarelli.
Según esa fuente, la mesa chica le planteó al delegado del FMI que el Gobierno convoque "urgentemente a una mesa de diálogo social ampliada" que incluya a empresarios, sindicatos y fuerzas políticas para "consensuar medidas y políticaticas" en función de garantizar el empleo. También insistieron en que el acuerdo con el FMI incluya financiamiento para la inversión productiva y la recreación del mercado interno, políticas que no son parte de los planes del FMI.
“Sin ánimo de ser apocalípticos –dijo la fuente que le dijeron a Cardarelli-, se le planteó que el escenario económico y social es complejo y que por tanto el Fiondo y el Gobierno tengan en cuenta dónde se producían los ajustes. No descartamos escenarios de conflictividad social, se le dijo”.
De acuerdo con esa fuente, Cardarelli les reconoció en un momento la "preocupación" del Fondo por el déficit de cuenta corriente, la fuga y la escasez de divisas y la necesidad de crecimiento de la economía. En este último sentido les dijo que el FMI prevé un crecimiento de entre 1 y 1,5 por ciento del PBI en 2019 por impulso exclusivo del sector agropecuario, pero no dijo cómo terminara en 2018.