Las enfermedades laborales que comprometen al sistema respiratorio, y por ende a la salud general y a la calidad de vida, son más comunes de lo que se supone. En Argentina, el tema tiene escasa repercusión y existe un claro subdiagnóstico en cuanto al origen de las patologías laborales. Pero, si tenemos en cuenta que una persona que cumple jornadas de ocho horas respira durante su trabajo 14.000 litros de aire, es indudable la relación entre los factores ambientales del trabajo y la salud de los trabajadores expuestos.
Si bien cada paciente es tratado en forma individual, detectar el origen laboral de una enfermedad permite establecer el agente causal, lo que dará cuenta de la posibilidad de generar estrategias preventivas no sólo para el paciente afectado sino además para su entorno de trabajo y para el resto de sus compañeros. La característica principal de las enfermedades laborales, especialmente las respiratorias, es que al conocerse su origen es posible diseñar procedimientos preventivos para anular o minimizar la agresión ambiental o laboral.
En nuestro país, es importante considerar la presencia de la actividad agrícola, que con el incremento de cultivos transgénicos (maíz y soja) ha favorecido el aumento de dos patologías que no presentan periodos de latencia prolongados y son frecuentes en poblaciones de franja etaria joven: Asma ocupacional y Neumonitis por Hipersensibilidad. Esta última es una enfermedad pulmonar de base inmunológica producida por una amplia gama de antígenos que llegan al pulmón por vía inhalatoria y abarcan una multitud de profesiones. Todos los cereales, caña de azúcar, corcho, heno enmohecido, trigo, cebada, malta y polvillo de soja se encuentran dentro del largo listado. Los trabajadores que están expuestos a la inhalación de estos polvos orgánicos de distintas proteínas animales y vegetales, así como algunas sustancias inorgánicas, son los que tienen riesgo de presentar la enfermedad.
En díalogo como Vía País, la neumonóloga Rita Zubriggen explicó las patologías respiratorias en el ámbito laboral. "La neumonitis por hipersensibilidad se da por la inhalación de partículas orgánicas e inorgánicas. Y el asma ocupacional es muy frecuente, sobre todo en aquellos que están trabajando en el campo con la soja, el trigo y el maiz o en cualquier fábrica como las petroquímicas; también puede aparecer por estar cerca de una zona donde queman pastizales", manifestó la miembra de la Asociación Argentina Respiratoria, quien agregó: "Apuntamos a la detección y registro de enfermedades, pero lo interesante es identificar dónde esta el factor de riesgo, porque lo interesante es que la gente no se enferme".
Zubriggen hizo una mención especial con respecto al amianto, material que fue prohibido en la Argentina en 2013. "Todavía está presente en el ámbito laboral. Trae desde desde fibrosis pulmonar hasta cáncer de pulmón y mesotelioma (un tipo de tumor que puede ser beningo o malingo). Este tipo de enfermedades tienen periodo de latencia (desde la incubación hasta la exposición a un estímulo y la respuesta que se produce), por lo que vamos a detectarlas hasta 2030 o 2040", expresó.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), existen en el mundo 541 millones de personas jóvenes trabajadoras de 15 a 24 años, quienes representan más del 15 por ciento de la fuerza laboral mundial y sufren hasta un 40% más de lesiones ocupacionales no mortales que los trabajadores adultos de más de 25 años. Entre estos jóvenes se encuentran 37 millones de niños y niñas en situación de trabajo infantil peligroso.
En Argentina, desde 2008 rige la Ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, que eleva a 16 años la edad mínima de admisión al empleo. Sin embargo, el trabajo infantil no está erradicado en nuestra sociedad, donde casi un millón de niños trabajan. Según el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la Universidad Católica Argentina, en 2015, el 12% de los chicos de 5 a 17 años trabajaba en actividades domésticas intensivas (4,3%) y en actividades económicas ligadas al mercado (9,5%).
Es de vital importancia abordar estos desafíos e intentar mejorar la seguridad y la salud de los trabajadores jóvenes, no solo para la promoción del empleo juvenil seguro, saludable y decente; sino también para vincular estos esfuerzos en la lucha contra el trabajo infantil peligroso.