Panorama político nacional: Las condiciones del Fondo reordenarán la política

Por Edgardo Moreno.

Panorama político nacional: Las condiciones del Fondo reordenarán la política
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, termina su reunión con la directora del FMI, Christine Lagarde, en la sede del organismo en Washington, Estados Unidos\u002E

Decir después de la decisión de Macri de pedir asistencia financiera al Fondo Monetario Internacional que el Gobierno cometió errores políticos que lo condujeron a un sismo en la economía, se ha transformado en un tópico tan vasto y reiterado que casi no explica nada.

Esos equívocos fueron expuestos en su momento y son admitidos ahora por el oficialismo. Pero las turbulencias continúan. Es que la crisis es antes que nada financiera y se rige con su propia lógica. La política no alcanzó a preverla y agravó su primer impacto. Y es también la oportunidad abierta para atenuar las consecuencias que faltan.

El recurso al FMI tiene la lógica ineludible de una economía cuyo volumen financiero superó con creces al tamaño de la economía real. Los dólares que el mercado demanda no son sino el emergente de la circulación excesiva de deuda en pesos.

Y ambos son la muestra de que todavía la sociedad presiste en el pensamiento mágico de que es posible vivir en permanente situación de déficit.

Esa condición deficitaria, además, no refiere solamente al rojo fiscal sino también a la evolución decreciente del intercambio comercial. Más pesos de los recaudados son necesarios para sostener al fisco, mientras ingresan menos divisas por ventas al exterior.

El carácter primordialmente financiero de la crisis es el que ha puesto dos datos relevantes en primer plano. Uno de ellos es el próximo vencimiento de Letras del Banco Central (Lebac). El otro, de mayor envergadura, es el pliego de condiciones que requerirá el FMI para liberar el préstamo que pide la Argentina.

Los expertos en finanzas hacen cuentas y deducen que el Central podrá salir con lo justo del desafío a las Lebac, el próximo martes. Las condiciones del FMI son todavía un albur. El Gobierno sostiene que implicarán metas fiscales acordes con el gradualismo. La oposición se mantiene en silencio hasta ver si entre los requerimientos aparecen medidas que demanden el voto de su mayoría parlamentaria. Desde octubre, al núcleo decisivo de ese sector lo administran los gobernadores justicialistas.

Cristina Kirchner se mantiene en silencio. Sólo desgranó una breve hoja de ruta. Recordó que cinco precios relativos, que son clave en cualquier economía, están detonados. Tipo de cambio, costo del dinero, tarifas de servicios regulados, precios de la canasta y salarios.

En rigor, la crisis más grave atañe en lo inmediato a los dos primeros. Dólar y pesos en un contexto de flotación libre siempre tienden a buscar el punto de equilibrio para su convertibilidad. Sobre el tercer precio relativo, pese a la conspiración opositora, las tarifas ya encontraron el ancla anticipada del veto. Macri se reunió con los empresarios para atenuar el impacto en la inflación núcleo. Que es luego el disparador más certero de la demanda salarial.

Pero con el dólar sin encontrar techo y la tasa de interés de referencia en niveles usurarios, el Gobierno necesitaba fijar las tensiones impulsadas especialmente por los actores del mercado mayorista con una señal de envergadura. El pedido de acuerdo al FMI fue el recurso habilitado para encontrar un nuevo equilibrio de los precios relativos. Que, por cierto, ya no será el de abril.

Pese a la profusa mitología circundante en el país respecto del Fondo Monetario, conviene recordar que la experiencia negativa más reciente, la que alimenta los discursos más encendidos, no fue porque el FMI le prestara dinero al país, sino al contrario, porque se negó a hacerlo.

Se sostendrá que esa negativa fue después de propiciar blindajes y sugerir canjes con visitas técnicas que establecieron condiciones de ajuste fiscal. No es menos cierto que el país está de regreso requiriendo asistencia por haber dilapidado sus ingresos por commodities en un década que concluyó con más de siete puntos del producto en rojo fiscal, déficit en el intercambio comercial, una inflación anual persistente y descontrolada. Y más de un tercio de la población bajo la línea de pobreza.

Si las condiciones del FMI enduceren pero no desestiman el gradualismo de Macri, igual el Gobierno deberá encarar sus problemas financieros. ¿Acaso reprogramando parte de la deuda del Central contra bonos del Tesoro?

La posibilidad de reordenar la deuda con la tasa más favorable que ofrece el FMI pondrá a prueba la habilidad declamada por los ejecutivos de empresa que, pese a sus pergaminos, no advirtieron esta vez la marea que subía.

El contexto internacional que sacudió a Macri con la novedad de la crisis, podría ser en cambio un factor favorable para la negociación con el Fondo. Sus relaciones en Estados Unidos y Europa observan que Latinoamérica permanece inestable ante opciones políticas que proponen el regreso a políticas populistas. Es lo que sucede en Brasil y México.

De todos modos, el FMI tampoco saldría indemne de una experiencia de financiamiento de fugas de capitales especulativos. Y eso es lo que alimenta las versiones sobre un pedido inicial de los ténicos del fondo para elevar aún más el tipo de cambio.

Pero si el FMI exige además de objetivos fiscales y monetarios, medidas de reforma estructural de la economía -como las referidas al esquema impositivo, previsional o laboral- la habilidad requerida será otra, del orden de la articulación política. La que falló antes de la crisis.

Macri analiza anticipadamente si debe enfrentar esa circunstancia con el mismo equipo político. Elisa Carrió, que es una voz contundente en cuestiones de ética y transparencia, es menos creíble en sus proclamas económicas. Pero visitó a Marcos Peña en señal de respaldo. Al Jefe de Gabinete le facturan los errores políticos previos a la corrida cambiaria.

El Gobierno cuenta con dos factores a favor. El primero es el tiempo restante hasta las elecciones. La misma crisis en un año electoral hubiese significado una derrota. Le queda tiempo para recuperarse.

El segundo factor es que el peronismo, por el momento, sólo está unido para la tarea de demolición. No parece estar empujando a una salida anticipada y caótica del gobierno. Sino a que Macri acuerde el ajuste con el Fondo y lo ejecute con costo político