Las maravillas que logra la Medicina parecen no tener límites. Operar a un bebé dentro del vientre materno es una intervención impensada para los ajenos al tema. Pero el Hospital Italiano -por primera vez en esa institución- realizó con éxito esta operación intrauterina a un feto de 25 semanas con diagnóstico de mielomeningocele, la forma más común y grave de espina bífida abierta (serie de defectos anatómicos en las últimas vértebras de la columna, por fallas en su formación).
A fines del año pasado, el puntapié inicial fue cuando los médicos observaron un defecto en la espalda fetal, a las 22 semanas de embarazo a través de una ecografía de rutina que luego confirmaron con una resonancia magnética obstétrica. La eficacia del diagnóstico prenatal temprano permitió resolver una patología congénita antes del nacimiento, ya que estos estudios demostraron la lesión en las últimas vértebras de la columna del feto y concluyeron que tendría trastornos esfinterianos y secuelas motoras en los miembros inferiores luego del nacimiento.
La anomalía fue analizada por los miembros del equipo de Cirugía Materno Fetal decidiéndose que cumplía con los criterios para realizar una reparación intrauterina. Los médicos utilizaron la técnica de cirugía prenatal a útero abierto. El procedimiento se realiza a través de una operación similar a la de una cesárea, con la que se accede al útero. Luego, mediante una pequeña incisión en la pared uterina se logra la exposición de la espalda fetal, permitiendo liberar la médula de sus adherencias a la piel y recubrirlas con los tejidos del bebé, de la misma manera que se realizaría luego del nacimiento.
El principal beneficio de realizar la técnica intrauterina es que es posible preservar la médula de los efectos nocivos del líquido amniótico en el que se encuentra inmerso el feto, reduciendo notablemente las secuelas motoras, como así también las producidas por otros defectos del sistema nervioso central.
Uno de los que participó de la operación fue Santiago Portillo, Jefe de Neurocirugía pediátrica del Italiano, quien brindó detalles de la operación en diálogo con VíaPaís. "La cirugía cierra un defecto que existe, un déficit en la formación más distal de la médula, que está unida a la piel; lo que uno hace es despegarla para cubrirla con las cubiertas que son normales. Esto permite el control de las piernas y los esfínteres", explicó.
"El bebé está muy bien, tiene buena motilidad en las piernas y la maduración neurológica es normal. Es algo que no es para todos, para que un bebé pueda hacerse esta tipo de cirugías tiene que cumplir con ciertos criterios; hay que tener en cuenta las medidas de los ventrículos cerebrales, no tener otras malformaciones", agregó sobre la evolución del paciente y la operación. Además, destacó la participación del doctor Lucas Otaño, jefe de la Unidad de Diagnóstico y Tratamiento Fetal y Jefe del Servicio de Obstetricia del Hospital Italiano.
¿Hay antecedentes de este tipo de operación?
"No es la primera, en 1999 se hicieron dos. En 2011, en Estados Unidos se realizó un estudio en tres centros que tenían experiencia como para demostrar si tenia un beneficio y si el riesgo de la madre valía la pena. Nosotros habíamos hecho un modelo experimental en el Instituto de Ciencias Básicas y Experimentales del Italiano. En este tipo de operaciones el pionero es Estados Unidos", manifestó Portillo.
Por último, cabe destacar que pacientes que fueron intervenidos mediante este procedimiento intrauterino demostraron un nivel motor superior al esperado, con mayores perspectivas para caminar en forma independiente o con una mínima asistencia. En cuanto a los resultados sobre la presencia de Hidrocefalia (aumento anormal de líquido en los ventrículos del cerebro) el grupo de pacientes operados intraútero presenta un 40% de requerimiento de tratamiento, en contraposición al 80 % sometido a cirugía convencional post nacimiento que deben utilizar una prótesis que deriva el exceso de líquido desde el cerebro a la cavidad abdominal.
En este sentido, Portillo expresó que el objetivo es "contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes, que requieran menos intervenciones y tengan mayor independencia".
En Argentina, el porcentaje de población que padece mielomeningocele ha variado de entre 6 y 7 bebés de cada 10.000 en el año 2009 a 5 cada 10.000 aproximadamente en el 2015, según registros del RENAC (Registro Nacional de Anomalías congénitas) en su Reporte Anual de 2016.