En tres años, el Riachuelo podría estar limpio y apto para la vida y la práctica de deportes náuticos. Así lo afirma Sergio Ferrari, un auditor ambiental que hace cinco años participó en el montaje de una planta piloto de biorremediación en el Arroyo del Rey, uno de los nueve afluentes principales del Riachuelo.
La experiencia fue tan exitosa que se logró triplicar la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, convirtiendo al río en apto para la vida. Sin embargo, desde la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR), cuestionada por la Corte Suprema por la falta de resultados, decidieron no avanzar con la limpieza hasta lograr que las industrias dejen de contaminar.