Mientras el deporte paralímpico argentino está en medio de una crisis sin precedentes, los atletas continúan enfocados en entrenar para llegar de la mejor manera a las próximas competencias. Uno de los casos es el de Brenda Sardón, integrante de la Selección de remo adaptado, quien se prepara para el clasificatorio a Tokio 2020.
"Estábamos concentrados en Tigre, a una semana de viajar al preolímpico que se iba a hacer en abril, pero se decretó la cuarentena y tuvimos que cancelar todo", cuenta a Vía País la palista de 27 años, que en 2018 fue subcampeona en la Copa Mundial de Paracanotaje celebrada en Hungría.
Gracias a que desde entonces tuvo en su casa un ergómetro -máquina que simula la acción de remar- pudo seguir en forma. "Obviamente no es lo mismo, pero me mantuvo sana, física y mentalmente. Si hubiera pasado este tiempo sin hacer nada, hubiera sido muchísimo", explica.
Este 1° de julio, la oriunda de la ciudad bonaerense de Bolívar pudo volver a realizar sus prácticas dentro del agua, y comenzó una campaña para buscar sponsors que puedan acompañarla en su sueño de llegar a los Juegos Paralímpicos de Tokio. Según aclara, "el viaje está resuelto, pero necesitamos cubrir los gastos de suplementación, combustible, kinesiología, todas esas cuestiones que implica la preparación".
Si bien aún no hay fecha oficial para la competencia que se realizará en Río de Janeiro, en la que sólo el bote ganador de la categoría PR1 en la que compite tendrá su lugar en la cita olímpica, podría ser a principios del 2021. "Tenemos muchas chances de clasificar a Tokio, y queremos llegar aún mejor. La cuarentena nos sirvió para ganar tiempo y así tratar de llegar más preparados".
"El deporte me salvó la vida"
En junio de 2010, Brenda y sus padres protagonizaron un violento accidente automovilístico cuando viajaban en su auto por la ruta 226. Los tres lograron sobrevivir, pero la joven que entonces tenía 17 años sufrió "una fractura en la columna vertebral con una lesión en la médula" que la dejó en silla de ruedas.
"Los dos primeros años fueron horribles, era una planta que no quería saber nada con la vida. Me llevaban al Centro de Rehabilitación Integral de Bolívar (CRIB) y de ahí a mi casa, eso era todo lo que hacía. Y mirar películas o series para escapar de la realidad", recuerda.
Pero todo cambió en diciembre de 2012, gracias a la propuesta de una amiga. "En ese entonces hubo inundaciones en los campos de Bolívar, y me invitaron a andar en kayak. Yo no tenía ganas, me sentía incómoda ante cualquier situación nueva y me cerraba. Pero fui porque me insistieron mucho", dice Brenda, y asegura que de ninguna manera estaba en los planes subir a ese bote, "pero me subieron y me encantó".
"Lo que más me gustó fue salir de la silla, me sentí libre y lejos de la mirada de la gente. Ese día cuando llegué a mi casa le dije a mi familia que quería competir en esto", recuerda. Desde ese momento su vida dio un vuelco y encontró un motivo para seguir. "En enero de 2013 empecé a hacer canotaje, hasta 2018 que arranqué con el remo y lo terminé eligiendo".
Para una joven que hizo deporte desde los 4 años, y que luego vivió lo que vivió Brenda, ver tan cerca la posibilidad de participar de un Juego Olímpico es algo difícil de explicar. "Es loquísimo, pero los resultados se están dando y tenemos muchas chances", asegura.
"Este tiempo sin poder entrar al agua me dí cuenta lo importante que es el deporte en mi vida, y todo lo que logré gracias a él. El deporte me salvó la vida, me enseñó muchas cosas y me ayudó a crecer como persona. Y fue gracias al accidente encontré esta pasión", cerró Brenda, conmovida.