Joséphine Baker falleció un 12 de abril, hace exactamente 45 años, a la edad de 68. Tuvo una vida extravagante: no solo se convirtió en un ícono musical, sino que también tuvo un rol importante en la política internacional ya que fue espía durante la Segunda Guerra Mundial.
Baker nació en la pobreza, en un pueblo de Misuri, Estados Unidos. A los siete años ya trabajaba para ayudar a su madre y dormía en una caja de madera en el sótano de su empleadora. Poco sospechaba sobre el brillante futuro que le esperaba.
A los trece años rebuscaba comida en la basura y trabajaba como moza en el Old Chauffeur's Club, donde conoció a Willie Wells, un músico con el que se casó ese mismo año. Sin embargo, la relación apenas duró unos meses y la pareja no tardó en divorciarse.
A los catorce años se unió a un trío de artistas callejeros y girando por todo el país, conoció a Willie Baker, un guitarrista de blues, con quien se casó poco después. Su segundo matrimonio, para angustia de su madre, tampoco prosperó.
Pero pronto Baker supo hacerse un lugar en el mundo de la danza, y poco a poco se hizo más conocida. Su nombre llegó a oídos de organizadores de espectáculos en París, de donde le llegó una oferta para protagonizar la obra Revue Nègre, un número cargado de estereotipos raciales a ritmo del jazz de Sidney Bechet. A pesar de ser una estrella, eso no evitó que sufriera todo tipo de discriminación por ser negra.
La vida de la bailarina estuvo llena de aventuras: incluso estando casada, salió con decenas de hombres e incluso con mujeres. Pero eso no fue todo: Baker también se metió en política. Un año antes de que los nazis invadieran París recibió la visita de un miembro de la inteligencia francesa. Conscientes de que su popularidad le permitiría acceder a cualquier lugar, pretendían reclutarla para su servicio de espionaje.
Su respuesta fue: "Francia es el país que me adoptó sin reservas. Estoy dispuesta a dar mi vida por ella". Y así fue que mientras la mayoría de expatriados abandonaban París rumbo a Estados Unidos, Baker continuó con su show. Y no solo eso, después de su actuación iba a un refugio para personas sin hogar para ayudar a los necesitados. Cuando los nazis entraron en París se convirtió en uno de los miembros más ilustres de la Resistencia.
Además de su vida como bailarina, activista y defensora de los humildes, la artista adoptó a 12 niños de países de todo el mundo: de Argelia, Colombia, Finlandia, Francia, Israel, Costa de Marfil, Corea, Marruecos, Japón y Venezuela.
Luego de quedarse en bancarrota, tuvo una gran alegría. El día que Martin Luther King pronunció su célebre "Yo tengo un sueño...", ella estaba allí, ataviada con su uniforme militar y sus condecoraciones. Fue la única mujer que habló ante los 300 mil asistentes al acto.
Es por todos estos motivos y por la impactante vida que llevó que hoy, 45 años después de su muerte, aún se la sigue recordando como una de las mujeres que marcaron la historia de Estados Unidos.
