El Campito es uno de los refugios de animales más reconocidos de argentina, con una población de alrededor de 750 perros rescatados. Su funcionamiento se sostiene gracias al aporte de voluntarios, que no sólo donan dinero, sino también tiempo de sus vidas para curar, alimentar o acompañar a los animales.
Hace exactamente un mes, el pasado 6 de marzo, Liliana Rossello (58) cumplió 10 años como voluntaria de El Campito, y fue reconocida por sus compañeros. "Tiene alma de perro Lilian", escribieron en sus redes sociales.
En una entrevista con Clarín, la docente jubilada contó cómo se las arregló para seguir ayudando a los perritos del refugio en medio de la cuarentena por coronavirus. "Suelo ir dos veces por semana martes y jueves y en algunas oportunidades, lunes, miércoles y viernes. Cuando comenzó la restricción para circular, por lo lejos que vivo y todos los retenes, desde el Refugio me elaboraron un permiso especial y allá voy, día por medio a para ayudar en lo que se necesita", explicó.
"Por suerte, siempre tuve muy buena onda, ya sea de Gendarmería o Policía que son quienes me solicitaron DNI y permiso", relató Liliana, que de todos modos no deja de sentir nervios cada vez que la frenan en un retén.
Lilian, como la llaman en el refugio, tiene un especial cariño por los perritos discapacitados, que necesitan mayor atención. Para eso, hace 3 años creó la Unidad de Cuidados Intensivos, de la que se encarga con mucho amor y dedicación.
Es que, según asegura, "para muchas personas ellos son parte de sus vidas. Para mí, son mi vida".