Como un capítulo más de las desmesuras que caracterizan a la Argentina, la excitación de los políticos ante la inminencia de un acto electoral produce escenas poco creíbles y muchas veces hasta desopilantes. Intentan así convencer a la sociedad de que ellos son lo más parecido a cándidas monjitas, sorprendidas y escandalizadas por la corrupción o la falsedad de sus colegas. Sin distinción de ideologías o posiciones políticas, se reservan sólo para sí mismos el podio de los justos.
El pedido del fiscal Carlos Stornelli al juez Luis Rodríguez para que solicite el desafuero como diputado nacional y detenga al ex ministro de Planificación kirchnerista Julio De Vido por presunto desvío de fondos millonarios en la mina de Río Turbio, logró instalar en el foco de la campaña el tema de la corrupción. El Gobierno macrista aduce que la cuestión atañe a un poder independiente como la Justicia, pero en principio aparece como el más beneficiado, porque la acción contra De Vido significa un duro golpe a la estrategia electoral de la expresidenta Cristina Fernández.
En paralelo, y antes de que el juez rechazara el pedido, la Cámara de Diputados se agitó con el debate sobre quiénes votarían a favor de retirarle las inmunidades constitucionales a De Vido para que pueda someterse a cualquier decisión de la Justicia, incluida la de meterlo preso. Por las dudas el juez fallara como lo hizo el viernes, comenzó a circular la idea de expulsar de la Cámara al exministro y luego, ya en abierta competencia para diferenciarse y disputar con inocultable oportunismo quiénes eran los más indignados, el bloque de Sergio Massa y sus candidatos renunciaron a sus fueros.
También lo hizo el presidente de la bancada del Pro, Nicolás Massot, a la vez que otros se disponían a seguir el mismo camino creyendo que De Vido tomaría sus ejemplos.
Un cambio
Desde el kirchnerismo se intentó defender al ex ministro pero lo hicieron con tibieza porque esperaban instrucciones de la jefa Cristina sobre cómo sería ahora la nueva estrategia de campaña. Ella guardó silencio sobre el tema durante toda la semana, lo que de reveló el grado de impacto y preocupación que le provocó este nuevo escenario.
Hasta ahora, Cristina venía interpretando dos libretos: el de producir discursos menos radicalizados para captar sectores que no están dentro del núcleo duro del kirchnerismo, y el de atacar la gestión económica del Gobierno. Hace tiempo que el tema de la corrupción sobrevuela cualquier debate político, pero en campaña electoral los focos comenzaban a apuntar para el lado de la plata que escasea en los bolsillos de mucha gente. Por eso el oficialismo celebró con tanto énfasis el pedido del fiscal Stornelli.
Más allá de los roles de seducción que asuman los candidatos, las demoras interminables de la Justicia para castigar la corrupción, o la falta de soluciones para poner en marcha la economía, serán los votantes los que decidan en libertad la dirección que le darán a cada sufragio. Ese ejercicio será sin dudas una muestra de madurez política de la sociedad, que contraste con las sobreactuaciones a las que estamos asistiendo.
La batalla de estos días de los diputados para tomar distancia, recuerda aquel pasaje bíblico en el que dos hombres subieron al Templo a orar. Uno rezó “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres que son ladrones, injustos y adúlteros”. El otro, ni se animaba a levantar los ojos al cielo y se golpeaba el pecho diciendo: “Dios mío, ten piedad de mi, que soy un pecador”.
¿Se premia la conducta arrogante del primero, o la debilidad y humildad del segundo?
Ellos eligen
Al estar la Justicia en el centro de la escena política, debe reconocerse que hoy el mayor poder no está en la Corte Suprema ni en el Consejo de la Magistratura, que tiene entre sus funciones designar o remover a los jueces. "Hoy los más poderosos son los 12 jueces federales de la Ciudad de Buenos Aires", admite un alto funcionario de Tribunales. "Sus decisiones tienen una fuerte influencia electoral porque están rodeados de expedientes con pruebas contundentes para mandar a la cárcel a muchos políticos", agrega.
¿Por qué no lo hacen? Porque dicen no sentirse respaldados y mientras la ruleta está girando temen por la continuidad de sus carreras. Para un gran sector de la sociedad, la estrategia de Cambiemos de polarizar la elección con Cristina haciéndola crecer en la oposición, ha sido un error político. Así lo señalan las encuestas privadas que lee el Gobierno y que jamás se publicarán. Los jueces que tienen las causas más pesadas contra ella argumentan que hay que cumplir los procedimientos y los tiempos, pero también reconocen que ya podría estar presa. El escenario político sería otro.
La otra novedad que presentó la semana que pasó fue la suba de la cotización del dólar, atribuida por los economistas a múltiples razones. Pero lo ocurrido encendió luces de alerta y en la oposición tuvieron argumentos para decir que se venía abajo el esquema del Gobierno para contener la inflación. Después del pico del miércoles, el dólar bajó jueves y viernes junto a las voces tranquilizadoras del oficialismo.
Siempre, pero en especial en la previa electoral, cada uno de estos temas adquiere una sensibilidad singular y dimensiones exageradas, cualquiera sea el beneficiado o quien se perjudique. Eso integra el catálogo de aquellas desmesuras incurables de una Argentina en transición hacia alguna parte.