Por los rincones de Santa Rosa, cada vecino ha oído hablar de Gloria “la India” Yancaqueo. Si bien se profesionalizó en el boxeo a los 20 años, los guantes los tiene puestos desde su infancia, así como también las ganas de luchar por un futuro mejor que su pasado.
Este deporte, según contó a VíaPaís, la rescató en sus años de adolescencia, cuando las adicciones y varias tragedias la perseguían. Recién en 2014 se profesionalizó, pero para llegar a eso primero debió atravesar un duro camino.
“De chica me escapaba de la casa, vivía mucho en la calle. Además de ser una edad de rebeldía, no quería que volviera mi papá”, confesó. Vagando por parques y veredas, desde niña prefería alejarse de ese hogar donde su madre era constantemente maltratada.
Las ganas de defenderse y su camino por el boxeo
Con 15 años empezó a consumir marihuana y luego cocaína. Solía juntarse con un grupo llamado Las Hamponas, que constantemente se iban a los golpes con otras banditas de los barrios. Sus ganas por aprender a defenderse surgieron en esas épocas, motivo por el que Gloria se inició en el boxeo.
Entonces, recordó: “Cuando llego a los 18 años, me entusiasmé. Descargaba mucho en la bolsa. Me di cuenta que sentía un montón de soledad en ese momento y necesitaba mucha atención, la cual me la daba mi entrenador cuando me ventaba las manos o me llamaba esos días que faltaba”.
Lejos de pensar en el boxeo como un posible futuro profesional, se adentró en el deporte y mes tras mes pagó los $15 de cuota. Aún recuerda a Roberto Pedehontaa, su entonces entrenador, que al verla llegar le preguntó quién era ella y le dijo que todo iba a estar bien.
Este hombre dedicó los siguientes meses para ponerla en forma. Gloria ya era fuerte por dentro, pero necesitaba curar sus heridas y mostrar esa fortaleza por fuera. Sin embargo, cuando el hombre falleció, ella abandonó temporalmente.
Un aborto, la pérdida de sus mellizos y su vuelta al boxeo
A esa edad quedó embarazada, pero lejos de estar preparada como madre, sumado a la presión externa, decidió abortar. “Era muy chica y practicar un aborto de forma ilegal me hizo mal”, confesó. El siguiente capítulo de su relato traería peores noticias.
Arrastrada por las drogas y la angustia, a los 20 años volvió a quedar embarazada de ese mismo novio que tenía en aquel entonces. Cabe destacar que, en paralelo, la santarroseña trabajaba en una empresa de limpieza, donde cortaba el pasto, levantaba baldes muy pesados y limpiaba.
Estaba desde la mañana hasta la noche y, entre medio, cuando tenía tiempo, iba al gimnasio. Ella quería entrenar aún con el cuerpo molido, cansado, y tan solo unos mates de almuerzo. Su labor lo desarrollaba en la Escuela Celeste de Villa Parque.
Estaba decidida a mantener ese laburo, por lo que no quería informarles a sus jefes de su embarazo. Continuó durante varios meses con los esfuerzos físicos, y cada vez que levantaba algo pesado, notaba lo mismo: su estómago se ponía duro.
La tragedia le tocó la puerta cuando estaba de 20 semanas de gestación, y tras una fuerte descomposición, los médicos le avisaron que había perdido a sus mellizos. Gloria cayó en un pozo muy profundo, oscuro, solitario y frío, y la única salida era aferrarse a aquello que alguna vez la salvó.
“Fui corriendo a golpearle la puerta al gimnasio. No les podía ni hablar porque me largaba a llorar, y ellos me dijeron que iba a mejorar. A partir de ese día no me fui nunca más”, reconoció la boxeadora, quien luego de ese momento se profesionalizó en el deporte.
Con el nacimiento de Aidano, la vida de Gloria cambió
De la mano de su nueva pareja, trajeron al mundo a Aidano. Gloria lo describe como su todo, su gran amor, que la levanta en cualquier momento. Hoy es su compañero, el único; aún como madre soltera, jamás le ha fallado.
Antes que repetir la misma historia que sus padres, decidió alejarse del padre de su hijo y cuidar por su cuenta al pequeño. Claro está que este proceso fue posible gracias a la ayuda de su madre y hermanas.
No obstante, ese sueño de ser una gran boxeadora comenzó a tener baches. “Muchas veces me dormía llorando porque no podía pagar el alquiler, pero al otro día igual salía a buscar la plata, no sé cómo”, indicó.
Luego, sumó: “Siempre la conseguía, pero no ha sido fácil tener un solo plato de comida, que se lo daba a mi nene. Yo he ido a pelear con hambre, mientras que otras luchadoras seguían sus dietas como correspondía”.
Para ese entonces ya la conocían como “La India” Yancaqueo, quien entusiasmada se subía al ring, no sin antes recibir unas palmadas en la espalda que la alentaban a dar lo mejor de ella. Sacaba esa boxeadora que llevada adentro desde chica; sí, la misma luchadora que siempre está lejos de rendirse.
La decisión de profesionalizarse en el boxeo
Ahora bien, la decisión de entrenar de manera profesional no la tomó de la noche a la mañana. Llevó un tiempo hasta que le propusieron que suba al cuadrilátero y pruebe cómo se sentía allí arriba, sin saber que no querría bajarse nunca más.
“Vas a ver que te va a gustar”, le decían. Y efectivamente, así fue: “Me encantó el aplauso de la gente, el hecho de emocionar a todos, las felicitaciones en los vestuarios. Habíamos empatado, pero yo estaba emocionada. Nos decían que fue una linda pelea y yo ya me quería preparar para la siguiente”.
El boxeo entonces se convirtió en algo más que en una ayuda; se convirtió en su sueño. Eso, sin embargo, no quitó que fuera su contención. “Canalizo el dolor en el boxeo, con mis amigos de ahí, con mi actual entrenador Ricardo Montenegro”, añadió.
Profesionalizarse en este deporte, sin embargo, requería de una gran responsabilidad: entrenar todos los días, a veces varios turnos; seguir estrictas dietas, ganar aire, mejorar la técnica e incluso controlar el peso.
“Eso es lo que me gusta y no me importa lo que las personas digan, todo lo que hago es por mí o por mi hijo. La gente mil veces me enterró. Me decían ‘¿Por qué no te dedicas a la peluquería? ¿Por qué te rompes las manos?’”, contó Gloria a este medio.
La perseverancia fue clave en su carrera deportiva. Entonces, las oportunidades comenzaron a llegar, entre ellas México. La pampeana pudo viajar al extranjero a competir contra Jackie Nava, bicampeona mundial. Y aunque no ganó, sorprendió a todos mostrándose incluso superior a la mexicana en el primer asalto.
Cuando le comentaron de esta pelea, La India cayó de rodillas al suelo y llamó a su madre: “Ella es cristiana, así que le pedí que orara. Quería pedirle perdón a Dios porque pensé que me había abandonado”.
Durante años, se creyó completamente sola y a la deriva, cuyo único empuje era el deseo de vivir del boxeo. Su sueño se basa en salir de Argentina, conocer otros lugares, sacarle un pasaporte a su pequeño y que la vea pelear en el ring, sin importar cuán lejos estuvieran de casa.
En este sentido, Yancaqueo remarcó: “Decían que yo no iba a llegar a ningún lado porque tenía muchos problemas, andaba con un hijo sola y nadie me ayudaba. Sentía que nadie ponía una ficha en mí, pero lo logré y pretendo seguir haciéndolo”.
Los objetivos de Gloria: desde representar a Argentina en el boxeo hasta tener su propia casa
“No sé si busco ser la mejor de Argentina o en mi categoría”, admitió. La pampeana lo que busca, en realidad, es representar al país entero en el mundo, así como lograr que todas las boxeadoras reciban esa gran oportunidad de “salir y reinar”.
Los pagos en el exterior son mejores, y sumado a que viajar es conocer y crecer, Gloria va a dormir cada noche idealizando ese futuro. Entiende entonces que el boxeo la salvó: la ayudó a defenderse, pero no solo de golpes físicos, sino también de los golpes que la vida le ha dado.
“Sueño incluso con tener mi propia casa; yo vivo en una pieza con mi hijo, ahí tenemos una heladera, nuestras cosas. Pero sueño con que mi hijo tenga una habitación propia. Poder concretar en un buen nivel que me permita mantenerme”, explicó la mujer.
Lejos de arrepentirse de la vida que tuvo, está orgullosa de sus logros. Con la madurez de cada caída, entendió que se trata de eso: llorar y seguir, pero por sobretodo de arrebatar cada oportunidad que se le presenta, la cual defenderá siempre con los guantes puestos.
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