Seguramente han tenido la oportunidad de parar mientras caminaban para observar con mayor detalle algún mural o pintura callejera. Quizás algunos de ustedes decidieron tomar una foto, de la pintura sola o más bien una selfie, para conservar mejor en su memoria el mural.
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El mayor deseo de un artista es que su obra de arte sea observada con detalle y admirada. Quizás la admiración de un mural plasmada en la vía pública sea anónima, pero no interesa para quien trazó el pincel por la pared, ya que lo que se quiere transmitir es un sentimiento lleno de color y amplitud.
Es justamente el sentir que comunicó Verónica Elizondo a Vía San Luis sobre su trabajo de muralismo en las calles de Merlo. La mujer oriunda de Río Tercero, Córdoba decidió radicarse en Merlo hace 28 años atrás.
Una vida atravesada por el arte
Verónica nos contó que a los 5 años se enamoró de los colores y de los pinceles. Desde ese momento decidió dedicar su vida al arte y la pintura: “Pintar es mi vida, son muy pocos los días en que la pintura está lejos de mi”.
Fue todo un proceso llegar al muralismo, ya que Verónica pasó por varias maneras de realizar arte, aunque resaltó que en esta etapa de su vida se dedica casi de lleno a colorear las paredes de la calle.
“Primero pinté cuadros de paisajes, luego cartelería, y como nos encanta dibujar le agregábamos dibujos. Así comenzaron a conocer nuestra manera de pintar y mi trabajo se fue desplazando hacia las imágenes en paredes interiores y de comercios hasta que comenzaron a pedirnos que pintáramos en el exterior”, detalló la artista.
Su primer mural lo realizó hace cinco años atrás y tal fue su enamoramiento con la técnica que en la actualidad sigue pintando con esta modalidad.
Creado entre familia y para la comunidad
La cordobesa ha tenido la oportunidad de realizar varias obras de arte callejero, pero tiene un par de trabajos cercanos al corazón. “El trabajo que más disfrute hacer es el de los Bomberos en conmemoración por sus 40 años y también de un bar y una heladería, donde me dieron la libertad de sorprenderlos con mi pintura sin condicionamientos”, contó Verónica.
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Cuando comenzó con el muralismo, contaba con la ayuda de sus hermanas. Cuenta que esos primeros murales son un orgullo para ellas, “por la aceptación que tienen entre la gente”. Hoy sus hermanas ya no la pueden acompañar, pero sí tiene a su lado su sobrina, hermana y pareja.
“Me encanta pintar acompañada, así se disfruta mejor la adversidad de trabajar en el exterior”, expresó Verónica.
Cualquier persona que camine por las calles de Merlo, podrá observar los diferentes murales que Verónica ha pintado en diversos puntos de la villa turística puntana.