Con sus 57 años, Silvia Vallejos sigue adelante pese a los duros reveses que sufrió a lo largo de su vida. Con una fe a prueba de todo, esta sanjuanina que se desempeña como portera en un escuela también se dedica a recolectar cartones para poder darle un mejor pasar a su familia y en particular a su regalón, Joel Ezequiel, de 9 años.
El pequeño sufre de parálisis cerebral y necesita una nueva silla de ruedas postural que le permita tener una mejor calidad de vida. Con ese objetivo, Silvia junto a su marido Mariano Castro salen cada día a la calle a recoger cartones y elementos reciclables. En tiempos de coronavirus, la mujer se encomienda a Dios para no contagiarse: “Me pongo en manos de mi padre celestial. Oro para salir, para que no me agarre nada”, aseguró en diálogo con Diario La Provincia SJ.
Silvia trabaja como portera en la ENI 67, en Chimbas, pero ese sueldo no le alcanza y las dificultades económica que atraviesa su hija y mamá de Joel la impulsaron a salir a cartonear: “Como portera hace dos años que trabajo pero juntando cartones ya llevo tres años. A uno nadie le da trabajo porque ya soy grande. Busco en casas de familia y me dicen ‘Madre, ya es grandecita, vaya quédese en su casa’, pero nadie sabe lo que uno pasa en la calle”.
El trabajo de recolección que lleva adelante su esposo Mariano Castro se vio dificultado cuando recientemente la policía les radió la moto que usaban para trasladar el material: “Juntando cartones por ahí sacamos 200 o 300 pesos de lo que puedo llevar a reciclar. Ya me conocen, me dicen ‘Doñita, venga’. Por ahí puedo llevar también botellas o aluminio pero por ahí no podemos”, aseguró.
Vallejo reside en la Villa Paula con su esposo, dos hijos restantes y tres nietos. “Cuando no puedo salir nos miramos uno a otro. Mientras que mis nietos tengan, nosotros tomamos mate. Es la vida dura. Ahora en la actualidad no es como cuando uno era joven. Yo soy una mujer grande que la lucha día a día”, aseguró la mujer quien perdió a dos de sus hijos: uno de ellos falleció tras caer de un camión mientras trabajaba y el otro se quitó la vida por la desesperante situación en la que vivían.
Pese a ello, Silvia no pierde la fe y continúa trabajando a destajo para llevar un poco de tranquilidad a los suyos, en especial a su pequeño nieto con discapacidad: “Quisiera que mi nieto tenga todo lo que necesita. Seguiremos trabajando para que él esté bien. No puede salir porque tiene la silla rota, lo quieren sacar y no pueden. Lo demás no importa, tarde o temprano Dios nos va a dar”, cerró.