Duros relatos de los sanjuaninos que perdieron todo en el terremoto

De un momento para otro, todo se desmoronó para ellos. El fortísimo sismo del pasado lunes no provocó muertes pero sí dejó pérdidas materiales muy valiosas.

Duros relatos de los sanjuaninos que perdieron todo en el terremoto
El terremoto del pasado lunes en San Juan provocó graves daños en distintas viviendas de la provincia.

Podría haber sido un desastre sin igual si no fuera porque San Juan está preparado para soportar fuertes temblores. Luego del terremoto de 6,4 del pasado lunes, no se registraron víctimas fatales en ningún punto de la provincia. Sin embargo, muchos perdieron sus viviendas y bienes materiales a causa del movimiento extremo. Diario Huarpe recorrió varias zonas afectadas por el terremoto y retrató el dolor de aquellos que perdieron todo.

Los testimonios pegan bajo. Es que de un momento para otro, la vida se pasa por delante y todo lo que uno tiene parece desvanecerse en el aire. Este es el caso de Mario Nazer, que perdió el negocio que fundó su abuelo en 1927. Se trata del bar La Rinconada, en la zona de Calle 14 y Aberastain. Según contó, espera poder reconstruir lo que supo tener ya que es un punto de encuentro para toda la comunidad de los alrededores.

Por otro lado, Tamara Gez, una joven de 24 años, perdió el contacto con sus hijas en medio del sismo al cortarse la luz y entre gritos y desesperación, finalmente su marido logró encontrarlas y pudo abrazarse con ellas. Sin embargo, cayó al piso y afirmó haberse lastimado la cara y la rodilla en esa caída. “En dos segundos se cayó todo, no quedó nada, perdimos lo que ganamos con sacrificio durante 5 años”, se lamentó la joven madre pocitana.

María Silvina Fuentes recordó el terremoto con epicentro en Caucete del 1977. Hoy, a sus 50 años, sostiene que no creía que sus hijos y nietos iban a tener que pasar por un momento así: “Era una desesperación ver a los niños llorar”, sostuvo. “Lo único que atiné a hacer fue a sacar a los niños, los abracé y dije, bueno que sea lo que Dios quiera. Las cosas son materiales, se reponen, pero la vida no”, relató Marina Meza, madre oriunda de Colonia Norte en Sarmiento que cría sola a sus hijos de 4, 14, 17 y 19 años.