Graciela Villada y su esposo no pasan un solo año sin viajar desde Mina Clavero, donde viven, al alejado paraje sanjuanino de la Difunta Correa. Los cordobeses tienen una hisotira de cariño y agradecimiento con la santa popular desde 2009, cuando viajaron angustiados por la única hija que tienen y pidieron por ella.
Según publicó Diario La Provincia, cuando los Sosa Villada viajaron por primera vez, Graciela llegó con una medallita de Camila, su única hija, y una gran angustia. Es que la joven vivía un momento muy duro en su Córdoba natal e incluso había terminado ejerciendo la prostitutción.
La mujer, triste por saber cómo era el día a día de su hija, le rogó a Deolinda Correa que la ayudara a encontrar su camino. Ese año dejó su promesa y la ofrenda de agua en San Juan y volvió a Mina Clavero, esperanzada por la llegada de ese milagro.
A su vuelta, Graciela tuvo que esperar tres meses para empezar a ver los resultados de la ayuda que para ella le dio Deolinda. Camila debutó en la obra de teatro Carnes Tolendas, retrato escénico de un travesti y poco a poco se fue convirtiendo en una actriz de culto. La obra fue dirigida por María Palacios y contaba el drama que la joven había vivido en la prostitución.
La madre de la flamante actriz asegura que fue la Difuntita quien le cumplió ese pedido tan especial. Incluso, 9 años después, vuelve a emocionarse al relatar cómo sucedió en tan poco tiempo el cambio en la vida de su hija.
Tras eso, la pareja sigue viajando año a año a Vallecito, donde vuelven para agradecerle la nueva fortuna de Camila. Incluso, algunos años atrás Graciela y su esposo convencieron a la joven y la llevaron a conocer el santuario de Deolinda.