Tiene mucha fe y siente que Dios le encomendó la tarea de tejerle a los bebés recién nacidos que no tienen recursos. Marcela Bazán tiene 49 años, vive en la calle y aún así, aporta su granito de arena para los que tienen menos que ella. Durante las noches, se la puede ver en el hospital Rawson tejiendo con la lana que compra gracias a la solidaridad de la gente que la conoce. Cada campera, cada escarpín que hace con amor, es usado luego por algún bebé que nace en el centro de salud.
Marcela nunca se casó ni tampoco tuvo hijos. Dice que le hubiera gustado formar su propia familia pero que "por algo la vida y Dios le dieron un destino" diferente. Marcela no tiene donde ir. Tiene hermanos pero no vive con ninguno de ellos por distintas circunstancias. Cuenta en forma escueta que vivía en Chimbas pero un día se le hizo tarde para volver y nunca más retornó.
Ella cree que Dios le dio la misión de tejer para los más humildes. "Yo estoy aquí para ayudar, no he tenido hijos nunca, Dios lo habrá querido así y él me dijo a mí 'teje para ellos' y yo sin saber me lo puse hacer y aquí estoy", le dijo Marcela a Tiempo de San Juan.
Esta misteriosa mujer, a quien todos quieren dentro del hospital Rawson, no desea nada para ella. Pide lanas nada más, para continuar con lo que siente que es su misión. De lejos se la puede ver con sus dos agujas, tejiendo rápidamente, con los ojos puestos en los puntos y el corazón, en las primeras sonrisas de los niños que llegan al mundo.
