Una secretaria rompió el silencio y destapó la trama de una estafa sanjuanina que engañó a cientos de sanjuaninos con el sueño de la casa propia. La joven solía asistir a Julieta Ovando y su marido, Alejandro Luna quienes, esta semana, volvieron a ser noticia en la provincia por las denuncias en su contra. La joven no se atrevió a revelar su identidad por temor a represalias pero sí contó cómo era el modus operandi de Ovando y Luna que dio fama a los presuntos estafadores, según publicó Tiempo de San Juan.
El nombre de la secretaria es Eliana M. y trabajó un tiempo con los sospechosos hasta que se separó de ellos por problemas de dinero. "Básicamente la empresa, según ellos, tenían un gran depósito en 9 de julio donde tenían toda la materia prima. Cuando yo llegue a la empresa me dijeron que el dueño era un arquitecto llamado Luis Márquez, pero nunca lo pude conocer. Incluso cuando yo pedía conocerlo me decían que tenía mucho trabajo, por eso de todo se ocupaba Alejandro Luna", describió la joven.
Ovando y Luna vendían viviendas financiadas e iban cobrando a sus clientes en cuotas.
"Ellos trabajan con planes de financiación y además podías pagar la casa completa. Te ofrecían una casa de acuerdo a la cantidad de metros cuadrados que vos tenías. Uno cuando escuchaba eso le parecía magnífico. Pero después yo vi ciertas cosas que no me gustaron. No tenían boletas certificadas, ni ningún tipo de logo, si los clientes entraban me decían que les diga que la empresa es vieja, me pagaba siempre a destiempo y me terminaron debiendo mucha plata", explicó.
Eliana también contó que a ella, Julieta Ovando, le dijo que se llamaba Ayelén Alfaro y se hacía pasar por secretaria cuando ella no estaba. "Después me enteré del trabajo que hacía esta gente cuando salieron las denuncias en medios locales y naciones, me llamó mucho la atención que la acusada se llamaba Julieta Ovando, porque a mí se me presentó como Ayelen Alfaro", relató.
Desde la Policía, informaron al diario local que la empresa fantasma iba cambiando de lugar ofreciendo sus viviendas privadas y no dejaban rastros. Una vez que habían cobrado cierta cantidad de cuotas, se escapaban con el dinero de la gente y los dejaban sin casa. "Ellos estuvieron alquilando una oficina en calle Mendoza entre Laprida y Rivadavia, y después en diciembre se mudaron a un galpón por calle Tacuarí al fondo del ex Coloso en Rawson. También decían que pasaron por 9 de Julio, Chimbas, Capital y Rawson", concluyó la ex secretaria.