Como salido del cuento "El hombre que plantaba árboles" del autor francés Jean Giono, donde un anciano transformó un páramo en un bosque de robles y devolvió la vida a la población, el abuelo salteño de 83 años Serafín Casimiro, dio vida a un baldío abandonado a fuerza de dedicación, constancia, cuidado y compromiso a lo largo de diez años.
El baldío se encontraba frente a su casa, cubierto de malezas y basura, y propenso a alojar todo tipo de alimañas, pero Serafín lo limpió y logró convertirlo en una plaza. A diez años de la hazaña, el abuelo salteño aún le dedica su tiempo.
"En su momento fui encargado del mantenimiento de la plaza principal de mi ciudad y cuando me jubilé tuve la necesidad de hacer algo. Entonces, vi que frente a mi casa, a las orillas del ferrocarril, estaba todo abandonado, con pozos, pastos largos y mucha basura. Así que decidí pedirles a los vecinos que dejaran de arrojar residuos para empezar a trabajar", dijo Serafín en diálogo con Crónica.
Luego de desmalezar el terreno, tarea que parecía imposible, el abuelo eligió cuidadosamente las especies de árboles y plantas que poblarían el parque: pinos, palos borrachos, cactus de diferentes tipo, paraísos, rosales, pensamientos, palmeras y otros ejemplares, son los que el abuelo eligió para concretar su visión.
"Además coloqué algunos bancos destinados a quienes tuvieran ganas de acercarse a descansar, lo que generó una gran alegría entre los habitantes de Cerrillos", explicó.
El hijo de Serafín, Gustavo se siente orgulloso de la tarea de su padre: "el orgullo de tener un padre tan humilde y trabajador que transformó un lugar abandonado en un sitio donde los chicos pueden jugar".
Hoy en día, si bien empleados municipales mantienen la plaza, Serafín también hace lo propio, repuntando y dedicándole tiempo a la tierra que él trabajó. Sus familiares contaron que todos los meses el hombre invierte un poco de su jubilación en un parquero que lo ayuda, para que siempre se pueda apreciar la belleza del espacio que creó.
"Voy a seguir haciéndolo porque es la mejor manera de ver que la gente se junta. Vivo a 12 metros, me separa sólo una calle", indica.
En septiembre de 2018, el Concejo Deliberante de Cerrillos otorgó a Serafín Casimiro un reconocimiento como "Vecino destacado por contribución a la mejora de la calidad de vida."