Por segunda vez en poco más de cuatro meses, denunciaron a un policía por femicidio en el sudoeste de Santa Fe. El último asesinato registrado en Murphy generó indignación en la comunidad, ya que la expareja de la víctima había estado con licencia psiquiátrica y luego le devolvieron el arma reglamentaria que empleó en el crimen.
“Le dieron el alta y le permitieron volver a trabajar cuando era vox populi que había ejercido violencia sobre ella”, afirmó una de las manifestantes que fue a la plaza del pueblo por el caso. Así aludió a los antecedentes de las agresiones que sufrió Marina Espíndola (42), muerta en su casa tras haber sido baleada en la cabeza la madrugada del lunes.
Las mujeres que protestaron frente al Juzgado de Paz y la Subcomisaría 10° de Murphy criticaron a la policía por el femicidio. Entre otras cuestiones, remarcaron que la expareja de Gabriel Robles (50) ya lo había denunciado varias veces por violencia de género y creen que esas presentaciones se “cajonearon”. A esto se suma una orden de restricción perimetral que no se cumplió.
Espíndola tenía dos hijas y un hijo que estaba presente cuando el uniformado fue a buscarla a su casa. El chico salió a pedir ayuda ante la situación y una vecina llamó a las autoridades, pero la víctima ya había fallecido cuando llegaron. El agresor se disparó con su arma reglamentaria y murió después de haber sido internado en el Hospital Alejandro Gutiérrez de Venado Tuerto.
Las mujeres autoconvocadas en Murphy consideran que fallaron las medidas para proteger a Marina de su expareja. Además de la decisión de permitirle volver a trabajar en Melincué, apuntaron que Robles también ejerció “muchísima violencia” sobre su primera esposa, la mamá de sus hijas.