Hace un mes y medio, el avión privado de Lionel Messi aterrizó en su ciudad natal. Lo trascendente no era la presencia de la nave en el Aeropuerto Internacional "Islas Malvinas" -la "Pulga" seguía en España- sino el cargamento. Se trataba de 32 respiradores donados para su uso en la ciudad, pero los equipos siguen guardados en un depósito de la Aduana desde entonces.
Si bien inicialmente se pensaba que se trataba de un nuevo aporte del futbolista para reforzar el sistema sanitario frente a la pandemia, días después se supo que había actuado como intermediario para hacerse cargo del envío a Argentina. Desde entonces, los dispositivos no fueron retirados de Fisherton porque todavía no están autorizados para su uso.
Tal como ocurrió con el desarrollo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que este miércoles recibió el visto bueno para su implementación, fuentes consultadas por Radio 2 indicaron que falta la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
Los respiradores llegaron gracias a una donación de la Universidad de Barcelona y ya estaban habilitados en España, por lo que las autoridades rosarinas esperan que se complete el mismo trámite a nivel local. El nexo local para gestionar el traslado con la ayuda de Messi fue Diego Schwarzstein, el médico endocrinólogo que trató al jugador cuando era niño.