La flamante fiscal regional de Rosario, María Eugenia Iribarren, admitió que asume en el cargo en una situación "crítica y de crisis institucional", en la que harán falta "reforzar los controles" luego del escándalo de corrupción por el que fueron imputados su predecesor, Patricio Serjal, y el fiscal Gustavo Ponce Asahad.
"Nos encontramos en una situación crítica en donde hay que transmitirle confianza tanto a los fiscales como a la gente para salir de esta crisis institucional", sostuvo Iribarren en sus primeras declaraciones al frente de la Segunda Circunscripción del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
La funcionaria destacó el alto nivel de trabajo de los fiscales en una región "con muy alta criminalidad y pocos recursos", por lo que consideró necesario reorganizar tareas para que el trabajo "sea más productivo y eficiente". Además planteó "entrecruzar hechos que quedan sin investigarse" y "reforzar los controles".
En cuanto al caso de Serjal, buscó desligarse de la investigación aunque admitió que debe realizarse un seguimiento. "Se están planificando muchos cambios con el nuevo equipo. Hay lineamientos claros desde la Fiscalía General que hay que replantear para profundizar y actualizar políticas de persecución y sistemas de control dentro de la propia Fiscalía", sostuvo.