Este 28 de febrero se cumplen 53 años de que el Autódromo “Ciudad de Rafaela” recibió a las máximas figuras del automovilismo norteamericano para correr las “300 Indy” en la Perla del Oeste.
Hace tres años, se presentó el libro de Víctor Hugo Fux, en donde recoge los testimonios de todos los intervinientes y a lo largo de estos días, se han ido presentando una serie de capítulos del documental elaborado por la Universidad Nacional de Rafaela.
¿Cómo se gestaron las “300 Indy” en Rafaela?
El 30 de mayo de 1970, 9 meses antes, se corrieron las 500 de Indianápolis, en el corazón del automovilismo norteamericano. Entre los espectadores estaba el Dr. Virgilio Márquez, ex integrante de la Comisión Directiva de Atlético de Rafaela. Su misión era casi imposible: plantearle a los directivos de la United States Auto Club (USAC) la posibilidad de que se corra una carrera en el óvalo rafaelino. La charla fue fructífera y vio una oportunidad.
A partir de ese momento, comenzaron las gestiones -a mediados de junio- con Henry Banks, director de competición, relaciones públicas y seguridad en autódromos. Un mes más tarde, el 12 de julio, Banks estaba en Rafaela. Observó una carrera de Mecánica Argentina Fórmula 2 y Sports Prototipos. Durante la misma, se accidenta Andrea Viannini -a la salida del curvón norte-. Se dio por satisfecho, pero anticipó que el escenario requeriría mejoras.
En septiembre, Banks confirma que llegaría la categoría, para finales de marzo. Pero, sin otorgar puntos para el campeonato. La comisión elegida (el presidente de Atlético, Ing. Eduardo Ricotti; vicepresidente Aníbal Alberto; subsecretario Bernardo Kuschnir, vocales: Miguel Acastello y Ero Borgogno, junto con el intendente Rodolfo Muriel) se dieron cuenta, rápidamente, que ninguna de las figuras haría un viaje tan largo para no ganar nada. Finalmente, se arregla un monto mayor de dinero (90.000 dólares) para que se otorguen puntos.
Desde noviembre hasta una semana antes de la carrera, se llevaron a cabo todas las refacciones que se requirieron.
En enero, surge un nuevo inconveniente: en el contrato se dejaba aclarado que corredores y autos vendrían en aviones de Pan Am o Brandiff. Pero ninguna de las líneas aéreas aceptan el viaje. La dirigencia rafaelina consiguen modificar aviones de Aerolíneas Argentinas para que, finalmente, el 17 de febrero, las 28 máquinas lleguen al aeropuerto de Paraná. Desde allí, por el túnel subfluvial a Santa Fe y por la ruta 70, a Rafaela. La ovación fue tal, que hubo pilotos que llamaron a sus familiares, porque no podían creer lo que veían.
Apenas llegada la delegación, la ciudad se quedó sin agua. Demostró así que la voluntad era mucha, pero no había infraestructura de hotelería para recibir a tanta gente. “Era como traer un Mundial de Fútbol a la ciudad”, explicó Ero Borgogno oportunamente.
El 23 de febrero de 1971 comenzaron los entrenamientos. Allí estuvieron los hermanos Al y Bobby Unser, Joe Leonard, Mike Mosley, Loyd Ruby, Dick Simon, Jim Malloy, Rick Muther, Lloyd Mon Ruby, Cale Yarboroung, Bentley Warren, Bill Simpon, Tom Bigelow, Gary Bettenhausen, Anthony J. Foie, Dave Strickland, Roger Mc Cluskey, John Mahler, Dee Jones, Swede Savage, Ludwig Heimarath, Karl Busson y el único argentino que corrió Carlos Alberto Pairetti, entre otros. En la recta final, llegaron a marcar 320 km/h. El récord de vuelta lo marcó Bobby Unser un tiempo de 59s 6/10 a un promedio de 279,105 Km/h. Se había bajado por primera vez el minuto en el Óvalo de Rafaela y ya era más rápido que Indianápolis (aunque el tiempo era extraoficial).
El 28, con mucho calor, humedad y amenaza de lluvia, se corrió la carrera, ante la atenta mirada de 38.000 personas que pagaron entradas.
Fueron dos series. Ambas las ganó Al Unser, con un Colt FordTurbo. Hubo un solo accidente: Bentley Warren (ileso), en la segunda serie, la que terminó 3 vueltas antes, por amenaza de tormenta eléctrica.