Los cuatro diputados radicales a los que se les suspendió la afiliación partidaria por haber cambiado su voto y haber ayudado a sostener el veto presidencial a la ley de movilidad jubilatoria seguirán en el bloque. Pero la interna, lejos de apagarse, recrudece cada vez más y crecen los cuestionamientos hacia la conducción de Rodrigo De Loredo y la “mesa chica” que lo acompaña.
Los legisladores que se reunieron con el presidente Javier Milei y fueron suspendidos por la Mesa Nacional de la Convención Nacional no se irán del bloque, ni tampoco hubo voluntades suficientes para expulsarlos, como pedía un sector de la bancada. Sin embargo, las diferencias se agravaron en una tensa reunión de bloque donde hubo gritos y deserciones.
Tres de los cuatro involucrados (el tucumano Mariano Campero, el misionero Martín Arjol y el neuquino Pablo Cervi) participaron del encuentro, en el quinto piso del edificio anexo de Diputados. Sin ningún prurito, Campero se retiró antes para asistir al agasajo de Milei en la quinta de Olivos. En tanto, el cordobés Luis Picat se quedó en Córdoba por “cuestiones familiares”, pero se conectó por videoconferencia.
En la reunión prevaleció la posición del tándem Rodrigo De Loredo-Alfredo Cornejo de contener a los rebeldes y no aplicar sanciones. Tanto el jefe del bloque como el gobernador mendocino (enfrentados al titular del partido, Martín Lousteau) habían rechazado fuertemente la suspensión. Esta posición fue acompañada por la “mesa chica” del espacio, integrada por Soledad Carrizo (Córdoba), Karina Banfi (Buenos Aires) y Pamela Verasay (Mendoza).
La conducción del bloque impuso que, de ahora en más, “se respete la regla de trabajo por mayorías, como en cualquier ámbito colectivo”. Sostuvieron que “es la regla de la democracia número uno” y que “se respeta la libertad de pensamiento y de opinión” de las minorías, pero aclararon que “son individuales”.
En los sectores disidentes no comparten esta visión: en el grupo liderado por el neurocientífico Facundo Manes y en Evolución Radical, que responde a Lousteau, cuestionan la “imposición de mayorías” y reclaman una “reorganización” del bloque donde todas las líneas internas estén representadas. Afirman que “el bloque, en los hechos, ya está roto”.
También hubo quienes pronosticaron que, después del trauma de la movilidad jubilatoria, el bloque nunca más volverá a votar unido. En el horizonte, enfrentan un desafío crucial con otra ley impulsada por la UCR, la de presupuesto universitario: Milei está próximo a vetarla y el radicalismo deberá definir si insiste.
Reunión caliente
El debate se recalentó con el correr de los minutos y algunos diputados abandonaron la reunión sin que terminara. “¡Ya tomaste la decisión de partir el bloque!”, le gritó el bonaerense Pablo Juliano, del sector de Manes, a Campero, mientras se iba de la sala. También desertaron sus pares Fernando Carbajal (Formosa) y Marcela Coli (La Pampa).
Por ahora no tienen intenciones de romper el bloque, pero dejaron en claro que darán la pelea contra los manejos de De Loredo y la vicejefa, Banfi. “Quedó evidente la falta de conducción. Cinco diputados se hicieron oficialistas, pero el presidente del bloque los dejó participar. Es imposible. No les entregaremos la UCR a Milei ni sus acólitos”, denunció Carbajal.
Otras diputadas que se fueron antes sin ocultar su enojo y con denuncias de “prepotencia” contra Banfi fueron la bonaerense Danya Tavela y la porteña Mariela Coletta, de Evolución Radical. Minutos antes se había ido De Loredo, argumentando que tenía vuelo de regreso a Córdoba. La reunión continuó sin él y el futuro del bloque quedó entre signos de interrogación.
Por la mañana, De Loredo había cuestionado la suspensión de sus cuatro pares. “No lo comparto en lo más mínimo. No se corresponde con lo que representa el radicalismo, que es ante todo el partido de las instituciones. Sancionar a una persona por el contenido de sus opiniones políticas no corresponde. Son siempre reprochables, pero nunca sancionables”, afirmó.
En este sentido, De Loredo remarca que el grupo de Manes votó de manera diferente al resto del bloque, pero aún así no tuvo sanciones. Por el contrario, los radicales disidentes advierten que el último caso reviste una doble gravedad. Primero, porque cambiaron su posición de una votación a otra. Y segundo, porque no se trata de una ley del Poder Ejecutivo, sino de una que encabezó la propia UCR.
Campero, Picat, Cervi y Arjol fueron suspendidos de manera preventiva por la Mesa de la Convención Nacional de la UCR, que lideran Gastón Manes como presidente y Hernán Rossi como secretario general, hasta que el Tribunal de Conducta decida sobre la expulsión (el quinto diputado que cambió su voto, el correntino Federico Tournier, no pertenece al partido).
Banfi sostuvo que la Mesa de la Convención (que tiene 15 integrantes) “no tiene competencia para sancionar sin decisión del plenario”, donde participan más de 300 representantes de todo el país.
Por otra parte, en cuanto a los dos radicales que se ausentaron al momento de votar, la santacruceña Roxana Reyes y el chaqueño Gerardo Cipolini, se le pidió al Tribunal que decida si los suspende. La primera había anunciado que se abstendría, pero finalmente abandonó el recinto, mientras que el segundo, según fuentes del bloque, estaba de viaje.