Apenas trascendió la noticia de la muerte de una famila completa en Villa Crespo, el primero en ser apuntado como autor fue Adrián Seltzer, pero solo debieron pasar unas horas para comenzar a atar cabos. Los tres varones habían sido asesinados y Laura Leguizamón, madre de la familia, se había suicidado. No había dudas, pero se necesitaban pruebas concluyentes.
Pasada una semana y media del desastre que enlutó al mencionado barrio porteño, se conocieron cuáles fueron los datos clave de la investigación para llegar a la conclusión de que fue la mujer quien, en medio de brote psicótico, asesinó a su marido e hijos.
Los datos clave para responsabilizar a Laura Leguizamón
- Rigor cadavérico
El primer dato que se tuvo en cuenta fue el rigor cadavérico. El peritaje arrojó que el ataque sucedió entre 5 y 6 de la mañana. Mientras los tres varones presentaron una rigidez similar en tiempo, la mujer murió al menos una hora y media después que ellos.
- Huellas con sangre
Las únicas huellas con sangre que había en la habitación matrimonial eran de la mujer. No había marcas de pisadas ni de calzados que no fueran los de ella. Eso echó por tierra la hipótesis de una persona ajena a la familia. Asimismo, la casa estaba cerrada con llave cuando llegó la empleada. Nada indicaba que hubiera entrado alguien más.
- Las heridas
Las puñaladas de la mujer eran múltiples, todas en el pecho, directamente al corazón y muy cercanas entre sí: eso se da solo en los casos en que las lesiones autoinfligidas. No presentaba heridas en la espalda ni lesiones defensivas. Nadie la había atacado, solo tenía las rasguños de defensa de sus hijos e incluso una uña de uno de ellos en el cuello.
- Armas homicidas
Los dos cuchillos usados tenían rastros papilares (huellas dáctilares) visibles en la sangre: eran de la mano izquierda de la mujer. No había más huellas que las de ella.
- La carta
Luego de que su esposo e hijos murieran, Leguizamón escribió la carta. Probablemente después fue a la habitación, se autoinflingió las heridas y se arrastró al baño, donde finalmente murió.
El manuscrito estaba en la mesa de la cocina. En esa área había huellas de pies descalzos con sangre compatibles con los de Leguizamón.
Los peritos encontraron material escrito en la casa, cuadernos y anotaciones, e hicieron un cotejo caligráfico: la escritura de la carta coincidía con la de la mujer. Además, las pericias propias sobre la nota de la escena del crimen confirmaron signos de alteración mental.