Una carta escrita a mano permitió entender el horror que se desató el viernes pasado en una casa de Florencio Varela. Micaela Lator, de 47 años, habría asesinado a su hijo Esteban, de 6, quien tenía diagnóstico de autismo, y luego se suicidó. La carta fue hallada el sábado a la noche y, según los investigadores, su contenido fue clave para confirmar la principal hipótesis del caso.
“Ahora vas a poder hacer tu vida, ya no vas a tener que viajar más. Yo solo te pedía un abrazo para Esteban y para mí… No te vamos a mendigar más. Nos vas a recordar toda la vida”, escribió Micaela en un mensaje dirigido a su esposo, Fernando Cuell. La carta fue citada por el sitio Clarín y, de acuerdo a los peritos, coincide con la escritura y el estado emocional de la mujer.

El viernes, Fernando regresó de trabajar y encontró a su esposa muerta en el pasillo de la casa, con dos disparos: uno en la cabeza y otro en el pecho. Enseguida buscó a su hijo y lo halló en la cama, envuelto en colchas. Esteban todavía respiraba, pero murió en sus brazos mientras intentaba pedir ayuda.
Los forenses determinaron que Micaela murió entre las 12.30 y las 13.30 del viernes, mientras que Esteban falleció entre las 18 y las 19. Se estima que agonizó durante varias horas. En la vivienda se hallaron dos armas del abuelo de Micaela, pero fue una pistola calibre .22 —en “demasiado buen estado para no usarse”, según fuentes policiales— la que se utilizó en el hecho.
Una madre agotada por la carga
Micaela vivía para cuidar a su hijo. Había dejado su pequeño negocio y lo acompañaba a la escuela integradora por las mañanas y a terapias por la tarde. Sufría problemas de salud: era insulinodependiente, tenía menopausia precoz y antecedentes de salud mental. En los días previos, según su entorno, se la notaba desbordada.
“¿Qué va a ser de mi hijo cuando yo no esté?”, le había dicho a una amiga cercana. Esa amiga, madre de una compañerita de Esteban, fue una de las últimas personas con las que habló. “Estaba angustiada, pero amaba profundamente a su hijo”, contó.
La carta, escrita con dolor, dejó al descubierto un drama íntimo que terminó en una tragedia difícil de dimensionar. Esta se suma al caso de hacer unos días que ocurrió en Villa Crespo.