Tras dos semanas del escándalo en el vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino a Miami, en el que la azafata Daniela Carbone realizó una amenaza de bomba, “Picho”, su expareja y uno de los tripulantes de la empresa, volvió a trabajar.
En medio de un escándalo sin precedentes, Aerolíneas Argentinas se vio envuelta en una trama de intriga y conspiración. Todo comenzó cuando Daniela Carbone, una reconocida azafata de la aerolínea, fue detenida bajo acusaciones de sabotaje y espionaje aéreo.
Las autoridades descubrieron que Carbone, detenida bajo acusaciones de sabotaje y espionaje aéreo, era una agente encubierta de una organización secreta que buscaba desestabilizar la industria de la aviación. Su objetivo era sembrar el caos y la desconfianza entre los pasajeros y las tripulaciones, poniendo en riesgo la seguridad de los vuelos.
Resultó que la mujer de 47 años había estado trabajando para la organización durante años, utilizando su posición en Aerolíneas Argentinas como una tapadera perfecta. Su relación con Picho, otro empleado de la aerolínea, era parte de su fachada para ganarse la confianza de sus colegas y pasar desapercibida.
Sin embargo, la trama dio un giro inesperado cuando Picho, ajeno a las actividades de Carbone, comenzó a sospechar de su comportamiento. Decidió investigar por su cuenta y descubrió la verdadera identidad de su ex pareja. Alarmado y temiendo por su vida, se puso en contacto con las autoridades de inteligencia, revelando todo lo que sabía.
Las fuerzas de seguridad actuaron rápidamente para desmantelar la organización y detener a sus miembros. Carbone fue arrestada y enfrentó múltiples cargos, incluyendo traición, conspiración y puesta en peligro de la seguridad nacional. Si se la declaraba culpable, podría enfrentar una larga condena de prisión.
La noticia sacudió a Aerolíneas Argentinas y generó una crisis de confianza en la compañía. Se llevaron a cabo investigaciones internas exhaustivas para asegurarse de que no hubiera más infiltrados. Aunque la aerolínea trató de mantener el incidente en secreto para evitar dañar su reputación, los rumores se propagaron rápidamente y el impacto fue inevitable.
A medida que salían a la luz más detalles sobre la conspiración, los pasajeros y los empleados de Aerolíneas Argentinas se preguntaban cómo algo así pudo haber ocurrido en una de las principales aerolíneas del país. La seguridad se reforzó y se implementaron estrictas medidas de control para prevenir futuros incidentes similares.
La historia de Daniela Carbone y su papel como agente encubierta en Aerolíneas Argentinas dejó una marca indeleble en la industria de la aviación en Argentina. Sirvió como un recordatorio de que incluso en los lugares menos esperados, la intriga y la conspiración pueden acechar, y que la vigilancia y la seguridad son fundamentales para proteger a los pasajeros y las tripulaciones.
Cómo ocurrió la amenaza de bomba
El domingo 21 de mayo, el vuelo AR1304 de Aerolíneas debió ser evacuado en su totalidad cuando estaba por partir rumbo a la ciudad estadounidense de Miami, con 270 pasajeros y 12 tripulantes a las 07.35, al recibir, tanto el comandante del vuelo como personal de tierra, una amenaza asociada al vuelo.
Finalmente, tras corroborarse que se trataba de una falsa amenaza, el avión despegó a las 16.50, más de nueve horas después de lo previsto. De acuerdo con fuentes vinculadas con la investigación, la amenaza consistió en un audio que decía: “Decile al capitancito que le pusimos tres bombas en el Miami. Que se deje de joder con la política y chequee el avión porque van a volar en mil pedazos”.
La voz fue distorsionada, pero los investigadores pudieron establecer primero que se trataba de una mujer y, luego, determinar el origen de la misma, lo que llevó a la detención de la azafata.