Según publica el portal de noticias Infocielo.com, un informe del Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires detalla que en 2017 se iniciaron 843 causas y que en 2018 esa cifra ascendió a 1046. Los departamentos judiciales más castigados con esta problemática son los de Lomas de Zamora y La Matanza. Pergamino aparece con el índice más bajo.
Un informe oficial del Ministerio Público fiscal de la provincia de Buenos Aires publicado recientemente detalla que crecieron el inicio de causas penales relacionadas con grooming y pornografía infantil, al considerar los años 2017 y 2018.
De acuerdo al estudio, en 2017 se iniciaron 843 IPP (Instrucción penal preparatoria), mientras que durante 2018 fueron 1046.
Entre los departamentos judiciales con más casos figuran La Matanza (162) y Lomas de Zamora (132), mientras que en La Plata la cifra, durante el año pasado llegó a 71.
En el resto de la Provincia las cifras de las causas iniciadas por grooming o pornografía infantil durante 2018 son: Azul (36), Bahía Blanca (63), Dolores (17), Junín (37), Mar del Plata (48), Mercedes (29), Morón (31), Pergamino (7), Quilmes (71), San Isidro (92), San Martín (101), San Nicolás (28), Trenque Lauquen (14), Zárate - Campana (54) y Moreno - General Rodríguez (47).
Llama la atención de que solo quedaron imputados un bajo porcentaje en relación a las causas iniciadas: en La Matanza (10), en Lomas de Zamora (12) y en La Plata (5).
En el informe se dan consejos a los bonaerenses para evitar caer en este tipo de delitos que llegaron de la mano del internet: indagar acerca de las aplicaciones que utilizan; preguntar con quienes mantienen conversaciones o se contactan en Internet; establecer reglas y horarios de conexión; procurar que la conexión a Internet se realice en lugares comunes del hogar y no en espacios privados como los dormitorios; dialogar e informar acerca de los riesgos existentes, incluida la utilización de la cámara web.
Procurar conocer los contactos de los menores de 18 años en las redes, al igual que en la vida real; prestar atención a sus publicaciones en las redes sociales; educar sobre la necesaria configuración de la privacidad de sus cuentas; explicar la diferencia entre lo público y lo privado; desaconsejar la publicación de datos personales, familiares y de amigos; acompañar sin invadir; no prohibir el uso; prestar atención a los cambios repentinos de humor; observar posibles cambios en los horarios de conexión y concientizar acerca de que todo el material subido a la red no puede borrarse, lo cual implica el riesgo de su sucesiva circulación y posible manipulación por parte de extraños.