Hugo Álvarez, el artista autodidacta de Pérez, finalizó dos obras en estos meses de pandemia, cuando la soledad parece azotar la vida de tantos, en estos momentos difíciles, salen a la luz dos paisajes que cobraron vida en su memoria. Estuvo en algún momento materialmente presente en esos lugares, pero lo que no puede explicar con sus palabras, sale a la luz en un lienzo.
La primer obra es una capilla jesuítica en Traslasierra, Córdoba. “Me gusta todo lo que es inmensidad y no se puede explicar mucho con palabras”. Para Hugo, es imposible relatar cómo es un lugar, aunque estés allí y le saques una foto. “Ni siquiera la foto tiene la inmensidad de lo que estás viendo en ese momento”.
“Es una obra muy bonita, que tiene una dedicación inmensa”.
El artista autodidacta perecino manifiesta que tiene ganas de pintar: “y más con todo este momento por el que estamos pasando, que estamos adentro”. Muchos artistas vivieron epidemias y se inspiraron en ellas para crear sus obras. Hugo no deja que le invada la soledad en estos momentos difíciles. Todo lo contrario, habla de inmensidad. “Si no se puede andar demasiado, hay que volar”. Para él, la manera de volar es pintar. “Volar con la pintura, volar con la mente, volar a ese lugar”.
“Empiezo a imaginarlo, a verlo, a poner mi impronta”.
La obra del paisaje de Traslasierra aún no tiene nombre. Al pintarla, Hugo se detiene en los detalles. Le agrega cosas distintas y la imagina a medida que la va elaborando. “Tiene mucha dedicación, mucha puesta a punto”. Al pensar en ese paisaje pintado, le viene a la mente la inmensidad, la soledad, la paz, pero todavía no tiene claro cuál será el título de la obra.
Sin embargo, con la segunda obra no le ocurrió lo mismo. Enseguida le salió bautizarla: “se llama historias del cerro”, aclara. Tal como lo explica Hugo, en ella se inspiró por otra de sus obras que ya había hecho para la Fragata Libertad. “Es una casa de Jujuy, abandonada en la montaña. Hay un hornito de adobe, piedra. Una familia durante muchísimos años de su vida, viviendo allí, cocinando allí, yendo a la escuela en burro, porque están lejos de todos los lugares. Cuánta historia, cuánta vida detrás de esas paredes. En eso me inspiré. Esos lugares tremendamente solitarios dicen tantas cosas y son inmensos y eso me lleva a ilusionarme para pintar con mis manos, volar, ya que al no poder estar allí la imaginación vuela”, finalizó.