Desde su fundación, Suma de Voluntades ha implementado diversas iniciativas, comenzando con la construcción de casas con materiales reciclables y la creación de una olla comunitaria que alimenta a los niños del barrio del barrio San Martín. Esta labor no solo busca satisfacer necesidades inmediatas, sino también fomentar la autogestión: “Siempre hemos buscado cómo construir con los vecinos, no hacer las cosas por ellos”, explica Albornoz.
En respuesta a la alarmante deserción escolar y las dificultades educativas que enfrentan los niños del barrio, hace siete años se creó el Programa de Acompañamiento Escolar. En diálogo con Vía País las coordinadoras Melissa Scury y Camila Lucero destacan que este programa no solo ofrece apoyo académico, sino que también proporciona un espacio seguro para el desarrollo emocional de los niños. “No llamamos a esto apoyo escolar, sino acompañamiento”, enfatiza Lucero.
“Realizamos tres veces a la semana acompañamiento escolar en el barrio San Martín”, dijo Melissa. Vía País acompañó a las voluntarias a realizar esta actividad.
Un conglomerado de gurises se acercaba al espacio dispuesto en el barrio para recibir ayuda con sus tareas. Niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 16 años, algunos descalzos, sostenían sus mochilas y cuadernos, con una sonrisa de oreja a oreja –contentos porque había merienda hoy–.
“Nuestro objetivo es que no dejen la escuela, más allá de acompañarlos con lo educativo, acá se sienten contenidos, vienen a compartir un momento de charla, a contar cosas de su casa”, manifestó Florencia, voluntaria –mientras recibe un afectuoso abrazo de Dylan, un niño de 7 años–.
Según datos de UNICEF, en Argentina, aproximadamente el 20% de los adolescentes entre 15 y 19 años no asisten a la escuela debido a factores económicos y sociales. La situación en el barrio San Martín refleja esta realidad, donde muchos niños deben trabajar para contribuir al sustento familiar. “La prioridad para ellos es sobrevivir”, explica Lucero.
Desafíos en tiempos difíciles
A pesar del impacto positivo que ha tenido Suma de Voluntades, la organización enfrenta desafíos significativos. La escasez de voluntarios es uno de los problemas más críticos; actualmente cuentan con solo cuatro o cinco jóvenes comprometidos. “Buscamos personas comprometidas, pero es difícil encontrar jóvenes dispuestos a asumir esta responsabilidad”, comenta Scury.
Además, el contexto económico actual ha agravado las dificultades para los niños y adolescentes del barrio. Según UNICEF, más del 50% de los niños en Argentina vive en condiciones de pobreza, lo que limita sus oportunidades educativas y su desarrollo integral.
Mirando hacia el futuro
A pesar de estos obstáculos, Suma de Voluntades sigue adelante con planes ambiciosos para expandir sus actividades y mejorar la calidad educativa en el barrio. Están trabajando para establecer vínculos más sólidos con las escuelas locales y planean implementar talleres sobre educación sexual y prevención de adicciones.
Anabella Albornoz subraya que su enfoque principal es generar movilidad social ascendente entre los sectores más vulnerables: “Nuestro foco es generar cambios reales en la vida de estos chicos”, concluye.
La historia de Suma de Voluntades es un ejemplo inspirador de cómo una comunidad puede unirse para enfrentar desafíos significativos y trabajar hacia un futuro mejor para sus jóvenes. Con el apoyo adecuado y una mayor participación comunitaria, esta organización tiene el potencial de seguir transformando vidas y construyendo un camino hacia la esperanza.