San Vicente fue escenario de un crimen conmocionante que dejó a una familia destruida y a toda una comunidad en estado de estupor. Luis Batista Da Silva, tarefero de 48 años, fue hallado asesinado y mutilado el lunes por la tarde en un yerbal ubicado por el kilómetro 5 de la ruta provincial 13. Su cuerpo, semidesnudo, presentaba heridas cortantes en la espalda y el cuero cabelludo, y su rostro había sido brutalmente desfigurado. La escena del hallazgo evidenciaba una violencia inusitada: al hombre le habían extirpado los ojos.
Pocas horas después del hallazgo, efectivos de la Policía de Misiones detuvieron a un joven de 19 años, identificado como Franco, quien habría sido la última persona en estar con la víctima. Según relató la familia, ambos compartían tareas rurales en la zona y solían reunirse a beber tras sus jornadas laborales. La noche del domingo fue una de esas ocasiones, pero Luis nunca regresó a su hogar.
La desaparición fue advertida por sus allegados a través de mensajes en redes sociales. Lamentablemente, la búsqueda concluyó con la peor noticia. La hipótesis principal apunta a una discusión entre ambos hombres en estado de ebriedad, que habría desencadenado una reacción extremadamente violenta por parte del joven detenido.
Testimonios vecinales incorporaron detalles escalofriantes: algunos aseguran haber visto al sospechoso deambulando en la madrugada con restos oculares en la mano, en lo que describieron como un episodio de descontrol. Incluso se mencionó que habría exclamado frases delirantes, como “maté al diablo”, aunque estos datos aún no fueron ratificados oficialmente en la causa.
Para la familia, no hay dudas de que se trató de un homicidio. La Justicia trabaja en la recolección de testimonios y otras pruebas para reconstruir las últimas horas de la víctima y esclarecer los motivos de semejante brutalidad. El sospechoso será indagado en las próximas horas.

Mientras tanto, el dolor se combina con la incertidumbre. La familia Batista Da Silva atraviesa una situación crítica: Luis era el principal sostén económico de su hogar, donde quedaron 12 hijos, entre ellos un bebé recién nacido. Debido a los altos costos del servicio fúnebre, no pudieron velar el cuerpo, que fue enterrado el mismo día en que fue entregado por la Morgue Judicial.
A través de allegados, los familiares solicitaron ayuda a la comunidad de San Vicente con alimentos, pañales y leche para los menores. La tragedia dejó no solo una vida truncada, sino también un hogar en emergencia.