El despacho de 2 por 4 metros de la fiscal Gabriela Chaves está atestado de expedientes. Si bien tiene muchas causas (la mayoría por abusos sexuales y violencia de género), la documentación en torno a la Tupac Amaru se lleva la mayor parte.
Con la firme consigna de ser “defensora de las víctimas”, niega influencia política en la causa y defiende a rajatabla los procedimientos.
"Nunca tuve una tan compleja. Pero llevo muchos años en el Poder Judicial y creo que eso es una ventaja. Al principio no. Era difícil de entender. Yo necesito entender el tema para ver hacia dónde ir. Junté mucha información y por eso me demoré, hasta que entendí de qué se trataba. Porque toda la operatoria estaba armada para que no se entendiera".
Pasaron varios meses… -Nelly denunció a Milena en abril de 2015 y en setiembre archivé la denuncia de usurpación y la imputé a ella por coacción. Milena (Gómez, la primera denunciante) me decía que eso le pasaba a mucha gente. Yo pedía que ellos fueran a denunciar, pero al principio nadie iba, porque tenían miedo.
"Cuando empezaron a llegar cada vez más denuncias y vimos que no era un hecho único sino una serie de hechos similares. Se veía que Nélida manejaba o intimidaba; que decidía quién tenía casa y quién no. Empecé a ver una multiplicidad de hechos y una organización armada para eso".
"Sabía que la defensa, como estrategia, iba a embanderarse en la cuestión política. A eso no se le puede tener miedo, porque si se entiende que hay elementos de prueba para sostenerlo, en algún momento eso perderá fuerza.