Monsunen, el buque de 30 m de eslora de origen noruego pertenecía a la Falkland Islands Company y desarrollaba una velocidad de 7 nudos. Fue requisado y puesto bajo el mando del teniente de navío Jorge A. Gopcevich Canevari. Sus plumas y su capacidad de transporte lo hicieron muy útil para las tareas logísticas, desarrolladas en condiciones muy adversas.
A partir del 14 de abril cumplió 19 misiones de alerta temprana y transportes diversos, muchos de ellos vitales para los habitantes de las islas, pues se realizaban principalmente para la provisión de alimentos.
El 1º de mayo, mientras se hallaba en cercanías de la punta Celebroña, fue sobrevolado por un Harier enemigo que no lo llegó a atacar, presuntamente por entender que se trataba de un buque tripulado por isleños.
Al día siguiente se embarcó el mayor Jorge A. Monge, para buscar los cañones del GADA 101 que estaban a bordo del Rio Carcarañá. Como medida de seguridad se instalaron dos ametralladoras MAG, una a proa y otra a popa, más por efecto moral que por su eventual eficacia ante un ataque naval o aéreo.
Luego de continuas alertas de ataques aéreos y tormentas, el 3 de mayo se procedió al trasbordo de los 8 cañones y 16.000 proyectiles que por entonces se hallaban a bordo del ARA Isla de los Estados anclado en el estrecho de San Carlos. Esta importante operación se realizó de noche, con mucho viento y continuos rolidos. Cuando el Monsunen regresó a Puerto Argentino, recibió una alerta de ataque naval, posiblemente de un submarino, que lo obligó a permanecer inmóvil durante 8 horas.
El día 21 de mayo el Monsunen zarpó de Bahía Fox hacia la capital de las islas, llevando 250 bolsas de harina y 150 tambores de JP1. En la madrugada del 23 de mayo fue sobrevolado por un helicóptero inglés, hallándose en el estrecho que separa la isla Bougainville de la isla Soledad. A los pocos minutos recibió una intimación de rendición por radio. El helicóptero regresó a los 15 minutos, siendo recibido con fuego reunido de fusilería y una MAG cedida por el Ejército, lo que provocó que la aeronave se alejase con aparentes daños.
Al poco tiempo se detectaron dos ecos grandes a 8 millas que se acercaban rápidamente, y que según se supo mas tarde, corresponderían a las fragatas HMS Brilliant y HMS Yarmouth. Entonces el Monsunen buscó refugio cerca de la costa, pero cuando los barcos llegaron a 3 millas abrieron fuego con lanzamiento de bengalas y munición trazante. Ante esa situación el teniente Gopcevich Canevari decidió embicar la nave contra la costa, en las proximidades de la caleta Foca situada al nornoroeste de la ensenada de Luisa, interumpiéndose el ataque enemigo por falta de contacto radar.
Para abandonar el buque se arriaron 3 balsas inflables, lo que resultó complicado por las olas presentes, la oscuridad reinante y la reanudación del fuego naval sobre la zona de desembarco. Durante esta maniobra nocturna se produjo la caída al mar del cabo Carlos Rivero. Esta circunstancia sólo fue advertida por el conscripto Romualdo Bazán, que resueltamente se lanzó al mar para rescatarlo con éxito de los peligrosos remolinos que lo habían succionado, siendo condecorado por esta acción.
Al amanecer, el enemigo ya se había retirado y pudo escucharse el ruido del motor del Monsunen aún en marcha.
Esa noche el Forrest se presentó en el lugar para remolcar al buque averiado, utilizando la cadena del ancla del Monsunen. Luego de muchas vicisitudes ambas embarcaciones pudieron arribar a Darwin y atracaron en el muelle de Pradera del Ganso. El 24 de mayo se trapasó toda la carga al Forrest, que partió hacia Puerto Argentino, mientras que el Monsunen quedó al aguardo de ser reparado.
A pesar de la odisea pasada, su valerosa tripulación no bajó los brazos y solicitó ser incorporada a la dotación que defendía la localidad. En consecuencia se le asignó una posición en la playa y en el muelle donde había quedado el buque. Entonces se construyeron los pozos de zorro para la defensa y se minó la costa con pequeñas bombas subácuas.
El 28 los británicos volvieron a atacar al buque, sin que se produjeran daños. En ese día se inutilizaron los aparatos esenciales del Monsunen ante la inminente caída de la plaza. Sin embargo, posteriormente el enemigo pudo recuperar el buque para su uso.