Este censo se realiza cada cinco años en ese territorio y es estudiado por investigadores de la UNL como parte del movimiento migratorio hacia las islas, luego de la guerra del Atlántico Sur.
Las Islas Malvinas cuentan con una población civil de 3.198 habitantes, entre ellos son 18 los argentinos.
En su mayoría llegaron antes de la guerra del Atlántico Sur de 1982. Pero hay un par de excepciones, argentinos que llegaron después de esa fecha, como Sebastián Socodo, el encargado de custodiar el Cementerio de Darwin, el lugar donde descansan los argentinos caídos en combate.
El 50 por ciento de la población de Malvinas es nacida en las islas y la otra mitad es extranjera, composición que se registra desde la guerra de 1982. De este grupo poblacional no nacido en las Islas, el 25 por ciento es inglés y el otro cuarto está compuesto por ciudadanos provenientes de 50 países del mundo, entre ellos se destacan unos 180 chilenos que están radicados en el territorio austral.
La investigación indica que el 77% de la población se encuentra radicada en la localidad capital, en Puerto Stanley, y refiere que en 1930 el archipiélago alcanzaba 2.392 habitantes, cifra que fue disminuyendo de manera constante hasta inicios de la década de los años 80 cuando sólo contaba con 1.813 pobladores.
Una de las marcas de la guerra en las islas puede encontrarse en el aumento de la población de Malvinas, pues Inglaterra comienza a prestar mayor atención a ese territorio y se nota en las mejoras en la infraestructura urbana que se observa en las dos ciudades malvinenses: Puerto Stanley y Mount Pleasant.
Luego de la guerra, se construye la base militar, un aeropuerto de grandes dimensiones y un hospital de alta complejidad que era una necesidad para los isleños que hasta ese momento visitaban territorio argentino para la atención sanitaria.
Se observa una apertura de la sociedad isleña. El año pasado se aprobó el matrimonio igualitario, fue una decisión política de la Legislatura de Malvinas, no fue impuesto por Inglaterra, y es una legislación de avanzada porque permite la adopción para parejas homosexuales, por ejemplo. Previo a la sanción de la ley hubo una consulta y más del 80% de los isleños votó a favor del matrimonio igualitario. Estas decisiones contribuyen a reafirmar su identidad, pues ellos se consideran isleños.
Aún persisten minas, resabios de la guerra del 82, en territorios de difícil acceso lo que dificulta su desactivación. Por esta razón, se observa un nuevo componente demográfico en la población isleña. Se trata de un grupo de unos 80 expertos en desactivación de minas, que provienen desde Zimbabwe. "Es una migración reciente, que seguramente cumplirá su tarea y retornará a su país, pero porcentualmente es importante por la reducida población de la isla", analiza Peretti.
Para poder radicarse en Malvinas hay que contar con un contrato de trabajo, no se puede ir a buscar empleo. Los contratos son generalmente por dos años y luego estas personas regresan al continente. En su mayoría son chilenos que viajan desde Punta Arenas, es un grupo que alcanza las 200 personas, pero también hay peruanos y uruguayos, por ejemplo.
Los salarios son comparativamente mucho más altos en Malvinas que en el continente, y su estándar de vida es más alto que el nuestro, entonces se entiende que se produzca la migración temporaria de personas que luego retornan a sus países de origen.
En Puerto Stanley hay una sola escuela, que cuenta con jardín de infantes, escuela primaria y secundaria.
En Malvinas la obligatoriedad de estudiar es hasta los 15 años y luego si el estudiante alcanza determinado desempeño, el gobierno de las islas los beca para estudiar en Inglaterra, y varios vuelven a Malvinas ya con una profesión. Este derecho es para todos quienes tienen la ciudadanía, no sólo kelpers, sino también extranjeros.