Autoridades y vecinos del barrio San Vicente asistieron a la calle San Nicolás de Bari Oeste 1563, en casa de la familia Tobares, lugar donde en 1970 monseñor Enrique Angelelli dio su primera misa de nochebuena fuera de un templo religioso. En la ocasión se realizó la señalización, en el marco del circuito de “La Ruta de los Mártires Riojanos”, que llevan a cabo las secretarías de Derechos Humanos y Cultura.
Vecinos de la zona participaron junto al obispo Dante Braida; el secretario de Derechos humanos, Delfor Brizuela; el rector de la UNLaR, Fabián Calderón, funcionarios de la Secretaria de Cultura, Nicolás Halkett y Ana Mercado Luna; la senadora mandato cumplido, Hilda Aguirre, entre otros.
Durante el acto destacaron la iniciativa de Angelelli de llevar la palabra de dios a toda la sociedad, que incluía acciones como estas, realizar una misa en una de las zonas más periféricas y pobres de la ciudad.
“Lito” Espinoza, quien asistió a la misa en la nochebuena de 1970, recordó: “Fue un 24 de diciembre, llegó Angelelli y golpeó las manos, mi suegra doña Carmen y Tobares me dice que buscaban, salgó y veo a un señor grande, y le preguntó que andaba haciendo y me dice: `Acá estoy para dar la misa, ¿se puede?´. Me dijo que necesitaba una mesita y un alargue para la luz. Había una sola casa de chapa que tenia luz y de ahí trajimos el alargue”. Siguiendo el relato de Espinoza, comenzaron a informar a los vecinos que allí se celebraría la misa, destacando que “esto era la pobreza, casas de lona. Éramos pobres y seguimos siendo pobres”.
“Comenzó la misa y me quedó en la memoria que Angelelli hizo parir a María y a Jesús acá en nuestra puerta, eso me quedó marcado, y las palabras que recuerdo que decía era: `mi deseo es que el niño dios nazca en los pobres, como nació en Belén´. Eso me quedó tan marcado en la vida. Luego de la misa, cantamos el villancico, nos dio la paz y una feliz navidad y se fue. Fue una alegría enorme haber compartido con un señor que hoy es beato”, contó el vecino. Agregó que ese momento lo marcó para toda su vida, haciéndose catequista junto a su esposa. Espinoza finalizó diciendo: “Angelelli siempre está en mi corazón y siempre lo defendimos”.