Jorge Bergoglio, conocido mundialmente como el Papa Francisco, falleció este lunes a los 88 años, dejando un profundo vacío en millones de fieles alrededor del mundo. Su partida marcó el final de una era en la Iglesia católica, institución que lideró durante más de una década con un estilo cercano, humilde y reformista que transformó significativamente la imagen del papado en el siglo XXI.

Desde el anuncio de su muerte, las muestras de afecto y respeto no tardaron en inundar las redes sociales, templos y espacios públicos. Líderes religiosos, figuras políticas, representantes de distintas culturas y, sobre todo, fieles de a pie se expresaron con mensajes conmovedores para despedir al primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia.
Muchos comenzaron a rememorar episodios y conversaciones significativas que protagonizó a lo largo de su vida. Entre esos recuerdos, resurgió una anécdota que siempre generó sorpresa: aquella ocasión en la que confesó que, en su juventud, estuvo muy cerca de casarse con el gran amor de su infancia.
La historia de amor de Jorge Bergoglio, antes de convertirse en Papa
El Papa Francisco dedicó su vida entera a la fe, al servicio de los demás y a los valores de la Iglesia. Su camino lo llevó a convertirse en el Sumo Pontífice tras la histórica renuncia de Benedicto XVI. Fue el 13 de marzo de 2013 cuando la emblemática fumata blanca se alzó desde la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que el cardenal argentino Jorge Bergoglio había sido elegido como el nuevo líder espiritual de millones de católicos.
Criado en el barrio porteño de Flores, Bergoglio dejó atrás su país, su rutina y su historia personal para asumir uno de los roles más importantes y exigentes del mundo, instalándose en el Vaticano, en el corazón de Italia. Sin embargo, con el correr de los meses, comenzaron a aflorar recuerdos y relatos que humanizaban su figura, revelando aspectos íntimos y poco conocidos de su vida antes del papado.

Una vecina del mismo barrio porteño, llamada Amalia, saltó a la fama en los medios de comunicación cuando reveló públicamente que había sido la novia de la infancia de Jorge Bergoglio. Su testimonio conmovió al mundo, al poner en evidencia un costado desconocido y profundamente humano del futuro Papa. En aquellos años, Jorge llevaba una vida como la de cualquier joven de su edad: había comenzado la carrera de Técnico Químico y trabajaba en un laboratorio dedicado al control de higiene de alimentos.
Sin embargo, todo cambió en 1953. Luego de un momento de introspección profunda durante una confesión en la parroquia San José de Flores, experimentó lo que él mismo describiría como un fuerte llamado a la vocación sacerdotal. Fue allí, en ese pequeño templo de su barrio, donde su destino tomó un rumbo totalmente inesperado, marcando el comienzo del camino que lo llevaría a convertirse en el líder espiritual de la Iglesia católica a nivel mundial.

Pero mucho antes de que su vida tomara un rumbo espiritual, el joven Jorge Mario Bergoglio vivió una historia de amor que estuvo a punto de llevarlo al altar. Fue Amalia, una vecina del barrio, quien años después se animó a contar su experiencia frente a las cámaras de la televisión argentina. Con emoción y sinceridad, reveló que había sido la novia de Bergoglio durante los primeros años de la escuela secundaria.
Según relató, su vínculo era tan profundo que él le habría hecho una promesa que marcó para siempre esa etapa de su vida: le aseguró que solo se casaría con ella, porque su amor era eterno. Incluso, recordó una frase que quedó grabada en su memoria: “Si no me caso con vos, me hago cura”, le habría dicho el joven Jorge, anticipando sin saberlo el destino que lo esperaba.
Aunque el afecto entre ambos era genuino, la relación no pudo continuar debido a la oposición de los padres de Amalia. Conmovida, ella recordó un gesto muy especial de aquella época: “Me había dibujado una casita que tenía techo rojo, blanca abajo, y decía que esta era la casita que te voy a comprar cuando nos casemos”, relató con nostalgia. A pesar de los planes y los sueños compartidos, la vida tenía otro destino para él. Según sus palabras, “el corazón de él pidió que sea cura y así lo hizo”, y por ese motivo eligió no volver a buscarlo.
Por su parte, el Papa Francisco rememoró esa etapa como un recuerdo afectuoso de su juventud, aunque muy distante de la vida que finalmente abrazó al servicio de la fe y de la Iglesia.