Guerra de Malvinas, 40 años: “Volver a las Islas fue una experiencia muy sanadora”

Vía País habló en exclusiva con Roberto Augusto Vega, que luchó en el conflicto como subteniente en comisión con apenas 20 años. Sus vivencias de aquellos días, su historia personal y cómo fue volver a las Islas 30 años después.

Guerra de Malvinas, 40 años: “Volver a las Islas fue una experiencia muy sanadora”
Roberto Augusto Vega, excombatiente de la guerra, en su regreso a las Islas Malvinas en el año 2015.

Se cumplen 40 años de uno de los períodos más sombríos de la historia de la Argentina, las heridas por la Guerra de las Islas Malvinas aún perduran en el corazón de muchas personas. Es por eso que Vía País se contactó con Roberto Vega para que nos cuente su experiencia y cómo fue volver al lugar de combate 30 años después.

Debido al paso del tiempo, varias generaciones que vinieron a posteriori solo pudieron saber acerca de ese conflicto que duró apenas poco más de dos meses, desde el 2 de abril de 1982 al 14 de junio, a través de libros de historia o vivencias que contemporáneos de aquellos años pudieron transmitirles.

Roberto Vega viajó a las islas como subteniente en comisión, con apenas 20 años.
Roberto Vega viajó a las islas como subteniente en comisión, con apenas 20 años.

Pero ese no es el caso de Roberto Augusto Vega, actualmente de 60 años, que vivió muy de cerca el conflicto bélico y que estuve presente en territorio malvinense como subteniente en comisión.

Vía País hablo en exclusiva con Vega, para saber más sobre sus vivencias, que significó participar de la guerra, cuáles son sus recuerdos y cómo pudo enfrentar los años siguientes: habló sobre lo mucho que le costó hablar, incluso con sus hijas, sobre aquellos meses oscuros de la historia de nuestro país.

Cómo fue estar en las Malvinas

Roberto contaba con apenas 20 años cuando fue designado para ir a combatir a las Malvinas. Por su formación de soldado, y ya cursando el cuarto año del colegio militar en 1982, él nos dice que, si bien tuvo que ser promovido de forma prematura, ya era un soldado profesional al momento del conflicto.

En 1982 era cadete del cuarto año del colegio militar y por decisión del gobierno de turno, sus compañeros y él egresaron antes de tiempo, dado que solo les faltaba cursar ese año para convertirse en subtenientes. Cuando piso suelo de Malvinas, Roberto ostentaba el título de subteniente en comisión.

Así, Roberto nos cuenta que, de una promoción de casi 200 hombres, 48 de ellos debieron ir a la guerra, entre los que estaba él. Al resto les tocó hacer ejercicios de combate en el continente.

“El día 13 de abril crucé a Malvinas junto con el Grupo de Artillería 3, que tiene base en Paso de los Libres, Corrientes. Allí nos embarcamos a las Islas, primero llegamos a las proximidades de Bahía Blanca y ahí lo que en un principio era una misión en el continente se transformó en una misión operacional en las Islas”, nos relata Vega acerca de sus primeras vivencias del conflicto.

Es en ese momento que este periodista que lo entrevistó le hace mención sobre la dificultad de tener que enfrentar a soldados profesionales altamente entrenados como eran los británicos, pero Roberto destaca ante el comentario que él también era un soldado profesional a pesar de su juventud.

Recibir la noticia de tener que ir a la guerra en Malvinas

Cuando Roberto recibió la noticia, la cual le indicaba que finalmente cruzaría a las Islas, lo primero que sintió fue mucha emoción. “Cuando llega el momento de la prueba, uno quiere estar, y es que para eso se preparó”, afirma.

Roberto actualmente es teniente coronel retirado y tiene cuatro hijas, define a su familia como “muy federal”, ya que cada una de ellas nació en una provincia distinta: Córdoba, Salta, Chubut y Buenos Aires. Pero para los días del conflicto y con apenas 20 años, él estaba soltero y vivía con sus padres. De hecho, su padre también era militar y estaba ejerciendo como Jefe de un regimiento para aquel momento. Además, nos relata que, en total, eran cuatro hermanos.

Cuando Vía País le pregunta si su padre estuvo también en las Islas Malvinas combatiendo, Roberto no oculta su emoción y confiesa: “No, mi padre no. Ahí tengo una historia muy triste, que a mí me marco mucho”. Para esos días, el padre de Roberto se enfermó de un cáncer terminal que le impidió formar parte del conflicto, por ello la referencia de Vega sobre la emoción de aquellos días.

Respecto del conflicto, él aclara que, al entrar en las Islas y para poder hacerlo, fueron “movilizados” por no integrar orgánicamente esa unidad a la que fueron destinados y ante la necesidad de tener que completarla por el faltante de soldados.

Volver a las Islas Malvinas y hablar del conflicto, más de 30 años después de la guerra

Roberto le cuenta a Vía País que para el año 2015 volvió a las Malvinas con un grupo de veteranos que combatieron junto con él. “La verdad que fue una experiencia muy sanadora”, se toma una pausa para emitir estas palabras.

Al preguntarle el porqué de su afirmación, cuenta: “Cada veterano tiene su ‘rollo’ con la guerra”, y agrega: “Creo que todos hemos hecho más o menos el mismo periplo, al principio no querer hablar con nadie de la guerra, ni con familiares, pero después como que uno se empieza a soltar y comienza a compartir sus experiencias”.

Además, en su regreso a las Islas, dejó una cajita muy especial en el suelo donde combatió, dentro hay un recuerdo de cada una de sus hijas y de su esposa, algo muy personal de cada una de ellas, con la idea de algún día poder regresar y desenterrarla juntos.

Una experiencia que marcó a fuego a Vega fue ir a ver una película al cine que hablaba sobre la Guerra de las Malvinas: “Salí llorando del cine”, confiesa. Para luego agregar que esa forma de relatar el conflicto le pareció “nefasta” y en ese momento se dio cuenta de que él y sus compañeros debían contar su verdad de lo vivido para que otros no lo hicieran de forma sesgada.

Así fue que empecé a ir primero al colegio de mis hijas a hablar para los actos del 2 de abril y ahí comencé a soltarme, a hablar en otros foros y colegios sobre la guerra”. Cómo abordar este tema le resultó muy difícil con sus hijas, esta manera fue una alternativa: “Sentía que así también les estaba hablando a ellas”.

Orgullo y desazón por la Guerra de las Islas Malvinas

Al hablar de como se siente él hoy al recordar lo que ocurrió en las Malvinas en 1982, Roberto manifiesta: “Primero, un orgullo y honor de haber podido participar de esa gesta. Por otro lado, a veces, siento desazón por ver que gente de nuestro propio país no valora el esfuerzo que hicieron muchos soldados, sobre todo los que dejaron la vida allá”.

“Igualmente, creo que se ha recorrido un camino que va cada vez más a lo positivo y considero que Malvinas es el único tema que unifica a este país tan dividido”, nos explica y agrega: “Mi deseo es que vuelva a flamear nuestra bandera en las Islas y poder volver con mis hijas al lugar donde estuve”.

El dolor de perder a un ser querido y el deber de estar en las Islas Malvinas

Ante la pregunta de si siente que le quedó algo pendiente sobre las Islas Malvinas, Roberto responde que “ya lo saldé”.

“Por eso que te contaba de mi padre, en un momento estando yo en las Islas, tenía comunicación por carta o por teléfono con mi madre y me habían comentado que mi papá estaba internado, pero no me decían la verdad”, cuenta.

Uno de los telegramas con los que Roberto se comunicaba con su familia desde las islas.
Uno de los telegramas con los que Roberto se comunicaba con su familia desde las islas.

“El 17 de mayo me llama mi jefe al puesto de comando para que vaya con todo mi equipo hacia otro lugar. Allí pensé que me iban a movilizar, pero cuando lo veo, me comenta que debo volver al continente porque mi padre estaba enfermo”. A pesar de negarse a volver, Roberto al día siguiente volvió al continente, en medio de un ataque al aeropuerto, donde justo llegó un avión Hércules y se pudo subir.

Cuando llego a Buenos Aires, al Hospital Militar, mi madre estaba en la puerta de la habitación, se larga a llorar y me cuenta la verdad. Tuve que armarme de coraje, abrir la puerta y entrar a ver a mi padre”, cuenta con emoción Roberto.

“Allí, cuando mi papá me ve, lo primero que hace es decirme ‘¿qué hacés acá?’, cosa que no me llamó la atención, sabiendo que la pregunta venía de un soldado como lo era yo también”, relata. Su padre acabaría muriendo un año después, el 29 de mayo de 1983. Sin embargo, luego nos confesó que esa experiencia fue muy dolorosa para él y además se sumó que él sintió que, al volver a ver a su padre, abandonó a sus compañeros en combate.

Pero a su regreso a las Islas, en el año 2015, esa “deuda” Roberto la pudo saldar, ya que una noche con sus compañeros en las Malvinas, y luego de haber hecho caminatas sobre los sitios donde se desarrolló la guerra, tomando un café o un whisky, se percató que cada uno de sus compañeros allí reunidos contaban versiones diferentes según sus percepciones de lo ocurrido en hechos puntuales.

“Ahí uno empieza a darse cuenta que la memoria es selectiva para mitigar el dolor”, dice y completa: “Fue la primera vez que hablamos de la guerra en casi 35 años”.

Roberto Vega junto a sus compañeros de la guerra, en su regreso en 2015.
Roberto Vega junto a sus compañeros de la guerra, en su regreso en 2015.

En ese momento Roberto les pudo confesar a sus excompañeros que sintió que los abandonó, ante lo cual la respuesta fue unánime diciéndole que eso no fue así: “Me hizo muy bien escucharlo, para mí fue sanador”.

Hoy Roberto está retirado del Ejército, se dedica al club donde juegan sus hijas y es mánager del plantel superior de hockey. “Quien diga que una guerra no lo afecta, tiene que ser muy temerario o estar fuera de sus cabales”, dice y finaliza comentando: “Para mí Malvinas fue una gesta”.

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