La detención de dos ómnibus con 125 argentinos en la localidad brasileña de Guaraciaba reavivó el debate sobre la migración rural desde Misiones hacia el sur de Brasil. El operativo, realizado por la Policía Rodoviaria Federal en la noche del lunes, frenó el traslado de trabajadores que se dirigían a labores agrícolas en Santa Catarina sin haber cumplido con los controles migratorios correspondientes.
El episodio volvió a instalar en agenda un movimiento que crece en la región: cientos de tareferos y trabajadores rurales que buscan empleo temporario más allá de la frontera para sostener a sus familias.
Según informó la Policía Federal, los vehículos habían salido de Dionísio Cerqueira con destino a la zona de Ituporanga, donde los pasajeros esperaban incorporarse a cosechas de cebolla y tabaco. Tras el procedimiento, todos fueron identificados, multados y notificados para abandonar el país, además de quedar sujetos a restricciones futuras de ingreso. La intervención abrió una investigación por posibles vínculos con redes que promueven migración ilegal, un esquema que, según referentes rurales, se repite con frecuencia y responde a causas estructurales vinculadas a la falta de trabajo y a la caída de los ingresos en las economías regionales.
En Misiones, el Sindicato Único de Obreros Rurales advierte que los traslados clandestinos hacia cosechas brasileñas se sostienen desde hace años y aumentaron con el deterioro económico. Señalan que la migración es consecuencia directa del debilitamiento de la intercosecha, de los salarios rezagados y de la ausencia de asistencia suficiente para los tareferos.
También describen que los viajes suelen organizarse a través de contratistas locales que articulan con productores brasileños y que optan por evitar los pasos formales debido a la burocracia y a la informalidad del circuito laboral.
La situación del sector yerbatero profundiza este escenario. Con paritarias que no cubren los costos reales, precios de la tonelada muy por debajo de lo necesario y condiciones que obligan a los trabajadores a afrontar gastos básicos por su cuenta, los ingresos quedan reducidos a niveles que no permiten sostener un hogar.
Desde el sindicato aseguran que la desregulación del mercado, la falta de control estatal y una estructura gremial fragmentada impactan de manera directa en la vida de los trabajadores, quienes, ante la ausencia de alternativas, buscan oportunidades donde sea posible. Para la dirigencia rural, se trata de una problemática estructural que solo se revertirá con empleo digno, organización y políticas que protejan a los trabajadores del desarraigo y la precarización.

































