El 30 de agosto de 1829 Vernet tomó "posesión de las islas en nombre del Gobierno de Buenos Aires", y "a las doce se reunieron todos los habitantes, se enarboló la bandera nacional, a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar los vivas a la Patria". "Puse –relata su esposa, María Sáenz– a cada uno en el sombrero cintas con los dos colores que distinguen nuestra bandera."
Luis Elías Vernet nació en Hamburgo el 6 de marzo de 1791. Pertenecía a una familia francesa que debió dejar el país por cuestiones religiosas. Siendo adolescente, fue enviado a Filadelfia a trabajar en una empresa química de capitales alemanes, Bucker & Krumbhaar. Con el tiempo se desempeñaría como administrador de cargas navieras.
Luego de realizar varios viajes en distintos buques, en 1817 se radicó en Buenos Aires. Luego de una frustrada asociación con un alemán, se asoció con Luis Pacheco, un capitán de Blandengues retirado, y comenzó a navegar hacia el sur. Conoció las Islas Malvinas y decidió fundar una colonia. Si bien fracasó en un primer intento, lo lograría más tarde.
A partir de los planes que le había presentado al gobierno para desarrollar la colonización del archipiélago austral, el 10 de junio de 1829 se oficializó su nombramiento de comandante político y militar. Tenía como atribuciones "observar por la población de dichas islas, las leyes de la República, y cuidar en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios", según establecía el decreto firmado por Martín Rodríguez y Salvador María del Carril.
En agosto de 1829 se embarcó hacia las islas. Llevó a su esposa, María Sáenz, que con 29 años, tres hijos y un embarazo de dos meses viajó a las islas para acompañar a su marido a las Malvinas. Allí nacería, el 5 de febrero de 1830, la cuarta, Malvina. Se dice que Malvina fue la primera persona en llevar este nombre en el país. También formarían parte de la colonia su hermano, Emilio Vernet, y su cuñado, Loreto Sáez.
Le había solicitado al gobierno que por 30 años los colonos estuvieran exentos de pagar impuestos y que debían poseer derechos exclusivos de pesca tanto en las costas de las islas como en Tierra del Fuego. El gobernador Manuel Dorrego accedió a tales peticiones.
Pobló el archipiélago con colonos santafecinos, entrerrianos, cordobeses, santiagueños y bonaerenses, además de franceses, ingleses y de varios países del continente americano. Se llevaron también a esclavos con la promesa de libertad luego de una década de trabajo y un grupo de tehuelches. Su guía era un ex convicto. Con el tiempo construyó un barco, llamado El Águila, que hasta llegó a Brasil transportando carne salada y cuero.
Logró detener a dos buques norteamericanos y, si bien uno pudo escapar, dando cuenta a su gobierno del incidente, los otros dos fueron detenidos por Vernet. Este, a bordo de uno de ellos, la goleta Harriet, con la carga incautada, se dirigió a Buenos Aires, ya que pretendía someter el caso al Tribunal de Presas. Dejó a cargo a su segundo, Enrique Meteaf. No se imaginaba que ya no volvería más a las islas. El cónsul norteamericano protestó y desconoció el reclamo argentino. Hasta puso en duda la soberanía argentina del archipiélago y Juan Manuel de Rosas, lo declaró persona no grata y le pidió su pasaporte.
Pero el gobierno de Estados Unidos no dejaría pasar la afrenta. En 1831 la corbeta Lexington, al mando de Silas Duncan, destruyó Puerto Soledad (también conocido como Puerto Luis) luego de engañar a los pobladores al enarbolar una bandera francesa. Destruyó el fuerte, mató animales, saqueó el lugar y detuvo a los pobladores.
En 1852 viajó a Londres para pedir una indemnización por sus pérdidas en Malvinas. Reclamaba 14.295 libras esterlinas que, con los intereses, ascendía a 28.000. Luego de cinco años de trámites, el gobierno inglés le reconoció solo 2.400 libras.