Barrio Estación Flores de la ciudad de Córdoba aún está conmocionado por la muerte de Trinidad, la adolescente de 15 años que fue atacada ferozmente por dos dogos argentinos. Este martes, habló su mamá, pidió justicia y un agravamiento en la imputación.
“Lo único que quiero es que el dueño vaya preso. Mi hija está en un ataúd y nadie me la va a devolver, me sacaron una parte de mi vida. Tiene hermanitos y están muy dolidos”, lamentó Sofía, madre de Trinidad, en diálogo con La Voz.
LA MAMÁ DE TRINIDAD PIDIÓ UN CAMBIO DE CARÁTULA
La mujer reclama justicia y junto a su abogado Carlos Nayi, pedirán un cambio de carátula en la causa. Ella pidió ser querellante y solicitará que se cambie la imputación de la figura de homicidio culposo a homicidio simple con dolo eventual. “El Dr. Carlos Nayi va a llevar la causa. Quiero agradecerle”, dijo.
El letrado detalló que si la mujer es aceptada como querellante podrá participar en la parte técnica y jurídica. Además, “en el proceso penal, proponer medidas de pruebas, acompañar al fiscal Víctor Chapero, participar de las pericias y encontrar justicia”.
Finalmente, respecto al dueño de los dogos, Sofía reclamó: “Él ni su familia, ninguno fue capaz de dar la cara. Ellos están sentados en su casa y yo, enterrando a mi hija”. Y agregó: “Quiero justicia y que vayan presos”.
Quién era Trinidad, la adolescente que murió por el ataque de dos dogos
Trinidad Ballesteros era una adolescente de 15 años que vivía en el barrio Estación Flores de la ciudad de Córdoba y murió el domingo producto del ataque de dos perros dogos. El trágico hecho ocurrió a dos cuadras de su casa mientras ella paseaba a unos perros.
Trinidad y su tía, Noelia, rescataban perros abandonados en la calle y esa era una de las tantas actividades que reflejaba la imperiosa necesidad de estar a disposición de la comunidad. “Soñaba con ser maestra o psicóloga porque quería ayudar a la gente que no podía pagar un servicio y lo necesitaba”, reveló su madre, Sofía.
En este sentido, la progenitora de Trinidad recordó que la estudiante del colegio Güemes de Córdoba era una persona “dulce y especial” y “el sol que iluminaba cada mañana”. “Era una niña inocente que siempre preguntaba cómo estaban los demás”, expresó.