Luis Laurino es un hombre conocido en Almafuerte por su pasión por los libros y todos en la localidad le dan ejemplares viejos. Él los restaura gratuitamente con un sistema de prensas que inventó y los dona a colegios y a bibliotecas del interior provincial.
Al sujeto de 73 años no sólo lo conocen por haber sido “el ferretero del pueblo”, sino por su solidaridad. Hace 12 años que dejó la ferretería, se jubiló y dedica su tiempo a los demás con miles de acciones. Pensar en el otro, ya es una cuestión cotidiana en su vida.
Quienes lo conocen de cerca aseguran que Luis es “un tipo amiguero”. Se lo ve recorrer todo el pueblo en su antigua bicicleta color verde, en la que pone un libro debajo del brazo y sale a diario a ayudar a alguna institución.
Luis también fue jugador de básquetbol y ahora lo es su hijo Hernán, quien también se desempeña como periodista. Los libros siempre tuvieron un lugar privilegiado en la casa de los Laurino. Olga, la esposa de Luis, como docente, propició el placer de la lectura.
Ahora, no concibe ver un libro desarmado y se autodefine como un “férreo lector”. Al fondo de su acojedora casa acaece una galería multiuso iluminada y plagada de recuerdos, de libros y de recortes de diario, donde pasa horas leyendo y restaurando ejemplares.
Como si fuera poco, el protagonista busca encuadernar todos los libros usados en la etapa universitaria. Son fotocopias que pronto se transformarán en libros para algún estudiante de formación de grado. “Quiero que el libro tenga vida”, expresó Luis en diálogo con TN.
Con un amplio vocabulario, propio de los apasionados por la literatura, Luis reconoció ante la consulta de La Voz que “habla con los libros” y se involucra tanto que termina contagiando esa dedicación por los vetustos ejemplares.
“Soy un lector compulsivo, desde siempre, después de la jubilación tengo más tiempo no sólo para leerlos, sino también para restaurarlos”, contó el padre con una sonrisa dibujada en su rostro y la firme convicción de su altruista acto.
LUIS EXPLICÓ POR QUÉ RESTAURA LIBROS
Luis contextualizó que siempre aportó algo a las instituciones sin pedir nada a cambio y lo sigue haciendo con la idea de “dejar algo” o de permitir que las “cosas se hagan bien”. El Club Caju que lo vio crecer en Almafuerte tiene una tribuna con su nombre.
En esa institución deportiva, Luis también colabora para que siga en pie una biblioteca que funcionó como vestuario en la época de Luis como jugador. “Nos cambiábamos al lado de los libros”, recordó emocionado.
“Encontré un entretenimiento que me apasiona. Hay que reinventarse en la vida; la vida es lo mejor que hay. Siempre aporté a las instituciones, hasta fui vicepresidente del Club Sportivo Belgrano (de esta localidad)”. cerró Luis, el apasionado por los libros que los mantiene vigentes y afirma que nunca desaparecerán.
¡Queremos contar tu historia! Nos interesa lo que tenés para contarnos, escribinos a historias@viapais.com.ar y un periodista de nuestra redacción se va a comunicar con vos.
En tiempos en que se impone la edición digital, Luis sigue apostando por la apasionada práctica de dar vuelta una hoja de papel para insertarse en la fantasía de la literatura o abrir campos a la intelectualidad. “Es una maravilla leer el papel, lo impreso. Los libros de papel no van a desaparecer”, asegura con una ilusión sellada en su cuerpo.
Con dedicación y paciencia cuenta a este diario cómo se restaura un libro. Y entre mate y mate, se fue secando cada etapa y terminó la encuadernación. Pero no finalizó la tarea cotidiana de Luis de ayudar cada vez que puede. Es su motivo de vida.