Como militar, Jerónimo Luis de Cabrera tenía órdenes claras de no ir más al sur pero no hizo caso y, enamorado de la belleza del lugar al que había arribado, fundó la ciudad de Córdoba de la nueva Andalucía, el 6 de julio de 1573 y sentenció su propio final.
Algunos cronistas relatan que de lejos la escena era observada por los locales, aborígenes de barba que ni sabían que se estaban por convertir en los primeros cordobeses de la Historia.
Pero toda esa escena hasta romántica que los cordobeses miramos en nuestros manuales escolares tuvo una trágica consecuencia, inevitable para el soldado que incumple las órdenes claras de sus superiores.
Consumada ya la fundación de la ciudad, lejos de darle un premio o de felicitarlo, a Jerónimo lo llamaron a Santiago del Estero, donde sería sentenciado a muerte, así sin escalas.
Desde España, a 449 años, la Asociación Tercio de Olivares, destaca Jerónimo Luis de Cabrera Zúñiga de Toledo, nacido en abril de 1520 y que entre otros cargos llegó a ser gobernador de Tucumán.
Su vida militar inició a los 10 años y a los 15 ya estaba en América del Sur, con el título de Alférez de la Real Armada, pero pese a contar con un enorme prestigio no pudo evitar la pena capital por su rebelde desobediencia de fundar una ciudad indomable.