Hundimiento del Crucero Belgrano: la historia de la cordobesa que asistió heridos en Malvinas

Patricia Gallardo es enfermera y en 1982 fue parte del equipo de salud de la Base Naval Puerto Belgrano.

Hundimiento del Crucero Belgrano: la historia de la cordobesa que asistió heridos en Malvinas
La enfermera cordobesa tenía sólo 20 años cuando asistió a los heridos de guerra.

Este 2 de mayo, se conmemoran 40 años del hundimiento del Crucero General Belgrano, una tragedia que acabó con la vida de 323 soldados, y dejó a otros 770 argentinos con severas lesiones. Muchos de ellos, debieron ser atendidos en la Base Naval Puerto Belgrano, lugar en el que oficiaba de enfermera Patricia Gallardo, una cordobesa que contó a Vía Córdoba cómo fueron esos momentos.

Estuve en Puerto Belgrano junto a otras 11 compañeras. Estábamos a punto de recibirnos como la primera promoción de mujeres militares de la Armada Argentina, cuando se desató la Guerra de Malvinas, que fue tan repentina y tan dolorosa”, comienza relatando Patricia, quien ahora continúa con su carrera en la Dirección de Atención Primaria del Centro de Salud de barrio Patricios Este.

Con sólo 20 años, Patricia Gallardo formaba parte de la base naval donde se asistían a los heridos de la Guerra de Malvinas y ese 2 de mayo, a los del hundimiento del General Belgrano.

La enfermera cordobesa tenía sólo 20 años cuando asistió a los heridos de guerra.
La enfermera cordobesa tenía sólo 20 años cuando asistió a los heridos de guerra.

“Al momento de recibir a los heridos fue algo impresionante y atroz, que nos dimos cuenta después, con el correr de los años, de la magnitud de las cosas; porque en ese momento lo único que queríamos era ayudar y tratar de que se restablecieran nuestros chicos, porque eran muy chicos”, recuerda.

Historias que quedaron en el agua

Cada uno de los 323 soldados fallecidos en el hundimiento del Crucero tenía una historia detrás. Sin embargo, Patricia recuerda que una de las víctimas fatales era el reciente esposo de una de sus compañeras que estaba embarazada en ese momento.

Se habían casado hace meses y ella estaba embarazada de dos meses y él no regresó nunca. Fueron todas vivencias muy duras, las cuales -cuando van pasando los años- vas sintiendo lo fuerte de todo eso y lo no preparados que fueron nuestros chicos que tuvieron la valentía de enfrentarse a esto”, recordó.

Asegura que, después de 40 años continúa teniendo contacto con sus compañeras.
Asegura que, después de 40 años continúa teniendo contacto con sus compañeras.

El trabajo dentro de la Base

Perteneciendo a la Armada Argentina, Patricia también estaba en tercer año de enfermería, a punto de recibirse. Sin embargo, el conflicto bélico fue tan inesperado que además de sus compañeras, también había mujeres de segundo y primer año, que acababan de ingresar a la carrera, y que debían asistir a los soldados.

Había un grupo que preparaba los buques hospital y el otro, que esperábamos a los heridos cuando los traían en helicóptero o desembarcaban. Heridos muy graves. Recuerdo que lo que más pedían era que les avisáramos a sus familias que estaban vivos”, cuenta.

La cordobesa estuvo en la base naval Puerto Belgrano.
La cordobesa estuvo en la base naval Puerto Belgrano.

Y rememora que, en 1982, la comunicación no era nada sencilla. Asegura que, junto a sus compañeras, se turnaban para contactarse con familiares, sin que el régimen militar lo supiera ya que lo impedía por posibles espionajes de ingleses. “Se oscurecía la Base a partir de cierta hora, también el pueblo colindante que es Punta Alta, y los hogares de alrededor, incluso las ventanas se tapaban con mantas para que no se visualizara ninguna luz”, explica.

La cordobesa afirma que fue muchísima la gente que pasó por el hospital de la Base y recuerda que, en ese momento, estaba muy preparado para asistir heridos: había cámaras hiperbáricas, servicios de cirugía, traumatología, entre otros.

El miedo de perder la vida

Fueron varias las alertas de peligro que debieron vivir en la Base, donde ya sabían que ir a las trincheras era lo primero que debían hacer. Sin embargo, un aviso fue diferente a los demás donde sus vidas corrieron grave peligro.

“Nos enteramos con el tiempo que había sido una amenaza de bombardeo. Recuerdo que en ese momento sentimos mucho miedo, pero fue algo que no superaba el temor que sentíamos cada vez que llegaba alguno de nuestros chicos sin vida, malheridos o que no todos llegaban”, expresa.

Patricia describe que las lesiones de la mayoría de los soldados eran muy severas: tenían pie de trinchera, congelamiento, algunos llegaban para amputaciones porque no tenían circulación de sangre. “Cuando llegó la gente del Crucero Belgrano vimos bajar a muchos, pero lo más triste fue que esperamos gente que había subido y nunca volvió”, evoca.

El miedo queda como un recuerdo pero el sentimiento en ese momento y lo único que queríamos era ayudar y ayudar. Éramos un poco psicólogas porque los soldados llegaban llorando, pensando en sus familias”, comenta.

Fue parte de la primera promoción de mujeres militares de la Armada Argentina.
Fue parte de la primera promoción de mujeres militares de la Armada Argentina.

Un regreso en silencio

Lejos de ser reconocidos como héroes y heroínas, quienes asistieron de alguna u otra manera en la Guerra de Malvinas debieron ingresar, en aquellos años, por la puerta trasera. “Hablábamos muy poco de la Guerra, más allá de que a nosotros nunca nos lo prohibieron, era un tema que se evitaba”, expone Patricia.

Tras el fin de la Guerra, las primeras mujeres militares fueron trasladadas a diferentes lugares del país para seguir con sus labores. “En mi caso, fue al Hospital Naval Dr. Pedro Mallo en Buenos Aires, que se inauguraba ese año. Otras, fueron a Ushuaia, Puerto Belgrano; pero nos separaron, y recién a fin de año, pudimos ver a nuestras familias”, aclara.

El último reconocimiento que recibió de la Municipalidad de Córdoba por su rol en la Guerra.
El último reconocimiento que recibió de la Municipalidad de Córdoba por su rol en la Guerra.

Hoy, 40 años después del evento que marcó su vida y la de tantos otros argentinos y argentinas, expresa: “Con el correr de los años, las heridas no cierran pero el hablarlo nos da mucha paz. Nosotras (las mujeres que participaron en la Guerra) estábamos invisibles y, al día de hoy, hay gente que pregunta si había mujeres en la guerra”.