Malvinas 40 años: “Haber ido voluntariamente a la guerra me marcó para toda la vida”

El veterano Sergio Gigena dialogó con Vía Córdoba y recordó qué implicó la decisión de ir a la Guerra de Malvinas. “Hoy haría exactamente lo mismo”, reconoció.

Los soldados argentinos en las Islas Malvinas, en plena guerra.
Los soldados argentinos en las Islas Malvinas, en plena guerra. Foto: LVI

En el marco del 40° aniversario de la Guerra de Malvinas, muchos de los combatientes que lograron volver con vida de las islas afrontan en la actualidad las secuelas de lo que implica un conflicto bélico de tal magnitud. Muchos de ellos fueron a la zona de combate por voluntad propia, mientras que otros tantos no tuvieron la oportunidad de elegir.

El veterano Sergio Gigena, que pertenece al grupo de quienes optaron por combatir, dialogó con Vía Córdoba, contó su historia y explicó la razón de esa decisión y lo que ello implicó en su vida. “Yo me incorporé en enero de 1982 al Regimiento de Infantería 8 y a partir de ahí empezamos la instrucción en los campos de entrenamiento de Comodoro Rivadavia. Allí, hicimos una competición que ganó mi compañía y yo salí mejor soldado así que me dieron 25 días de licencia en mi lugar de residencia (Córdoba)”, comenzó relatando.

Me reincorporé recién el 2 de abril, justo cuando se recuperan las Islas Malvinas. Cuando llegué al regimiento, estaban todos alistados y como yo estaba de licencia, quedé fuera de los equipos formados para viajar. Me negaron la posibilidad de ir: me dijeron que me volviera a mi casa y cuando terminara la guerra, retornara para arreglar mi situación de revista”, reveló Gigena.

Ante esa orden, el en ese entonces soldado conscripto hizo “caso omiso” y se quedó en el regimiento. “El día 6 de abril, cuando marcharon hacia Malvinas quedó solo la gente que estaba en enfermería o que tenía alguna incapacidad de movilidad. En ese entonces, no me dieron ropa de regimiento así que andaba con mi ropa de civil. No me contabilizaban para las comidas diarias, directamente no existía en el regimiento”, recordó.

Afortunadamente, quienes quedaron lo ayudaron y le compartieron “su comida, sus cigarros y su tiempo”. “A mediados de abril, se reintegra la clase 62, que estaba de baja. Nuevamente, solicité incorporarme a esa compañía, me lo negaron, pero luego me invitaron cuando cuatro soldados presentaron inconvenientes para viajar”, rememoró Gigena, quien actualmente trabaja en el Pami. Finalmente, el excombatiente “cumplió su deseo” y viajó voluntariamente a Malvinas el 21 de abril de 1982.

Una decisión para el resto de sus días

Hoy, cuatro décadas más tarde, Sergio Gigena, que se desempeña como jefe de la división de la obra social de veteranos de guerra del Pami en Córdoba, reconoce que se replanteó esa decisión por muchos años. “El hecho de haber ido voluntariamente me marcó para toda la vida porque por mucho tiempo he pensado si fue una decisión de inconsciencia o de capricho, a los 18 años”, indicó.

“Realmente es durísimo, en una guerra se ven las peores de las miserias, en todos los aspectos”, aseguró el veterano, al mismo tiempo que lamentó que “el promedio de peso que perdieron los soldados fue de entre 15 y 25 kilos”. Y reveló que también fue complicado “el hecho de haber vuelto con vida y con los años empezar a trabajar en las cosas que veíamos, en el rechazo para conseguir un puesto de trabajo”, porque eran “la cara visible de la derrota”.

“Uno sabía que no era así y con el trabajo que realizamos logramos revertir esa visión que tenían de nosotros y que la sociedad viera que lo que hicimos fue combatir hasta las últimas consecuencias, más allá del estado en el que estábamos, que no era el mejor”, señaló. “Decíamos esto es nuestro, y lo defendíamos así. El hecho de haber estado en la batalla arraigó el sentido de pertenencia y moriremos luchando por la causa, con la esperanza de que las Malvinas vuelvan a ser nuestras”, aseveró.

Y sentenció: “Definitivamente, ir a la guerra fue una decisión que tomé concienzudamente y hoy haría exactamente lo mismo”.