La Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Francisco ordenó desalojar el Gran Hotel Viena de Miramar de Ansenuza. El lugar funciona como un museo histórico y hay quienes lo consideran el lugar más embrujado de Córdoba.
Ordenaron desalojar el Gran Hotel Viena en Miramar de Ansenuza
La decisión obliga a la Municipalidad de Miramar de Ansenuza a restituir el inmueble a su propietaria registral, Wandorf Company SA. Según informó El Diario del Pueblo, quien accedió al fallo de 15 páginas, los puntos centrales de la apelación por la figura de la Interversión del Título son:
- Ingreso por Cuidado: La Municipalidad, según la documentación y testimonios, ingresó con el conocimiento y reconocimiento de que el inmueble tenía un “DUEÑO” (Ordenanza 17/88; nota de 1996 de Catastro; solicitud de Comodato a Máximo Phalke).
- El Principio “Nemo Sibi”: “Nadie puede cambiar por sí mismo, ni por el transcurso del tiempo, la causa de su posesión” ($Art. 2353$ del Código Civil de la época).
- Actos Equívocos: Actos como pagar la luz o hacer mejoras (apuntalamientos, mantenimiento), son comunes tanto en un poseedor como en un mero tenedor que busca utilizar y cuidar la cosa. No prueban por sí mismos el ánimo de ser dueño.

Por su parte, La Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena, que está a cargo de las visitas guiadas y la conversación del predio está “sacudida”, según dijo Patricia Zapata, vocera de la agrupación, en diálogo con Vía Córdoba. “Nuestra postura es proteger la propiedad, que no lo demuelan”, agregó.

Cómo es el Gran Hotel Viena de Miramar de Ansenuza
En sus épocas doradas, el Gran Hotel Viena de cinco estrellas y tres pisos tenía 84 habitaciones con todas las comodidades para los turistas de aquellos tiempos. Sus áreas tenían bellezas típicas de la arquitectura alemana.

Una biblioteca, una sede para el banco, un sector termalizado con asistencia médica y de spa, una sucursal bancaria eran algunos de sus distintivos. Inclusive, era el único establecimiento con aire acondicionado central y calefacción en todas sus instalaciones.

El salón comedor para 200 comensales se destacaba por copas de cristal, vajilla de loza inglesa y cubiertos de plata. En paralelo, ascensor, paredes forradas de mármol de Carrara, salas con pisos de granito y arañas de bronce con estalactitas de cristal.
La producción de alimentos propia era posible gracias a dos sectores específicos dentro del predio. Allí también funcionaba un criadero de cerdos y de aves de corral, una fábrica de hielos, una bodega, una panadería y un depósito de conservas.

Por fuera, se encontraba un piletón con una parte de agua dulce y la otra de agua salada. Además, las cocheras tenían surtidores de combustible para uso exclusivo de los pasajeros y el hotel tenía su propia usina generadora de luz eléctrica.
Pero su brillo se opacó por la creciente del agua de la Laguna de Mar Chiquita en 1977, que terminó destruyendo gran parte del coloso de Miramar en 1980. La Asociación de Amigos del Gran Hotel Viena se encarga de las visitas guiadas por los sitios habilitados para ello y que no tienen riesgo de derrumbe.
Las habitaciones resguardan el mobiliario original, que exhibe la humedad y el correr del reloj. Según expertos en actividad paranormal, las 106 y la 110 son las que registraron mayor actividad paranormal.





























