Se cumple el primer aniversario de la Selección argentina campeona del Mundo en Qatar. Un Mundial impesado y atípico por la sede insólita, por la fecha de calendario, con los festejos al rojo vivo del 18 de diciembre y esa final con Francia en la que afloró el fuego interior de Lionel Messi y la Scalonetta, con cuatro soldados de Córdoba: el Cuti Cristian Romero; Nahuel Molina un Julián Alvarez que a fuerza de goles se ganó la titularidad, y Paulo Dybala, la Joya que entró al final por su cuota de gloria.
Los cuatro de Córdoba contribuyeron a que Argentina pueda bordar la tercera estrella en el pecho de su camiseta y levantar la Copa otra vez, después de aquel ya lejano 1986 con Diego, después de las frustraciones y de una generación dorada que parecía que iba a quedarse sin el premio de oro.
Argentina campeona del mundo, por esa final infartante contra la Francia dueña del título y con un Mbappe endiablado. Argentina campeona del mundo, con fuerte tonada cordobesa.
EL CUTI ROMERO, EL PIRATA GUERRERO Y CAMPEÓN
Su aparición en la Copa América, con prestancia, solvencia y carácter, lo puso como titular indistido para Lionel Scaloni. El Cuti Romero, surgido en Belgrano y de carrera meteórica, empezó con el pie izquierdo el Mundial, como toda la Scalonetta, por la derrota frente a Arabia en un debut de pesadilla.
Scaloni lo respaldó, y el Cuti le respondió. Con la fiereza del cuchillo entre los dientes, y el aplomo de un zaguero completo, que parecía con varios mundiales en el lomo. Se acomodó con Nicolás Ottamendi, se potenciaron mutuamente, y blindaron el area del Dibu Martínez. Hasta hubo “patadita” de aliento de parte del cordobés al arquero, cuando le tocó salvar la valla, por ejemplo en octavos con Australia.
NAHUEL MOLINA SE GANÓ EL DERECHO POR DERECHA
En una pulseada plamo a plamo, Nahuel Molina le ganó el puesto a Montiel. El cordobés de Embalse se afirmó, ajustó la marca -lo que no era su fuerte-, y cuando pasó al ataque mostró lo mejor del repertorio de un lateral que de cuna era delantero.
La prueba cabal, el segundo gol a Países Bajos, cuando se proyecó con decisión para capitalizar el pase con “ojos en la nuca” de Lio Messi, para un 2-0 que parecía decisivo, y no lo fue por la batalla que dieron los holandeses hasta el final.
JULIÁN ÁLVAREZ, LA ARAÑA QUE DESTEJE REDES
El delantero titular de la Selección era Lautaro Martínez. Se secó en Qatar, y con su frecura y sed de goles, Julián Álvarez apareció como una ráfaga, como viento del desierto que sopló fuerte en los festejos, hasta su Calchín Natal.
Segundo goleador de la Selección, detrás nada menos que de Messi, con el doblete contra Croacia tras una jugada Maradoniana en el primero, y para coronar una maniobra a lo Diego de Messi para el segundo. Un goledor voraz, que explotó en River, y que pacientemente tejió su camino hasta el Manchester City como campeón del Mundo.
PAULO DYBALA, LA JOYA QUE FALTABA
Esperaba en el banco, y muchos desperaban por no verlo en acción. Paulo Dybala, de una calidad indiscutida pero postergado por una karma de lesiones, pudo entrar en la final con Francia y mostrar de que está hecho el ex Instituto.
Fuera de su repertorio, la tiró a la tribuna en un despeje cuando el insaciable Mbappé quería el cuarto en una final delirada. Y en los penales demostró su personalidad y no falló. Dybala y la gloria para la Argentina.