El 2018 arrancó con una noticia tremenda en Villa el Libertador: Isidro Casas (73), un conocido comerciante de calle Congreso al 5000, había atacado a mazazos a su pareja, María del Valle Castro (54), y luego se había suicidado.
La presunción de los investigadores fue que el hombre intentó asesinarla (le pegó al menos 25 veces en la cara) y luego, creyéndola muerta, se ahorcó en la misma habitación de la vivienda lindera a la despensa.
Un hijo de la mujer fue quien descubrió el episodio de violencia de género. Cuando llegó la Policía, Casas estaba muerto y la mujer, con un hilo de vida, yacía sobre la cama.
Fue internada en el Hospital de Urgencias con gravísimos traumatismos y golpes en la cara y el cuerpo.
Los vecinos de la pareja estaban consternados. "Era gente muy buena. El hombre era muy atento, ella también. Siempre le comprábamos comida. Tenían el negocio desde hace mucho. No podemos creer lo que pasó", relató una conocida de la pareja.
Vivir para contarlo. Tras dos meses de internación, María del Valle Castro salió adelante. La mujer sigue trabajando en la despensa (llamada "El Milagro") y contó detalles de lo ocurrido al portal Periódico La Décima.
"Me dio un mazazo por cada año de convivencia, porque fueron 25 mazazos y convivimos la misma cantidad de tiempo", contó. "A lo mejor él consideró que después de tanto tiempo lo único que me merecía era eso", se lamentó.
La mujer contó que la relación "venía mal" desde hacía largo tiempo, y que ella ya le había anunciado a Casas que se iba a ir de la casa. "Parecía que estaba todo bien, pero ya lo venía planeando", opinó.
"El 1 de enero fuimos a pasarlo a la casa de los suegros de mi hijo, y lo llevamos a él (Casas) para que no se quedara solo. Cuando regresamos, pasó todo", rememoró María. "No recuerdo el golpe, sólo que estaba en la cama y cuando desperté, mucho tiempo después, estaba en el hospital", agregó.
Respecto del femicida, sostuvo que "nunca se termina de conocer del todo a la gente", dado que "detrás de mostrador, Casas era una excelente persona", pero puertas adentro "era otra". "Por eso todavía hay vecinos que no terminan de creer lo ocurrido", indicó.
Sobre las secuelas físicas, contó que deben operarla de un ojo y tiene la nariz y el maxilar fracturados, pero que eso "es lo de menos". "Lo que más duele es lo de adentro, tantos años sin ser reconocida, sin tener un lugar. Tantos años de sacrificio, de trabajo gratis, y nunca fui valorada", lloró María al final del video.