Por Gonzalo Toledo.
Usamos por título la canción de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano porque la muerte de Luca Prodan fue el puntapié de eso, de un Verano fatal, en el que partieron grandes figuras de la cultura popular, como Alberto Olmedo, el 5 de marzo de 1988, y en que la tragedia tocó a un ídolo como Carlos Monzón, condenado por la Justicia como el autor de la muerte de su pareja, Alicia Muñiz, el 14 de febrero de 1988. Cinco días después del equinoccio de marzo, con el calor del verano todavía presente, se iba también Miguel Abuelo, prócer del rock argentino. Más lejos en el calendario, el '88 se cerró con la muerte de Federico Moura el 21 de diciembre.
Lo que sabemos. En algún momento a inicios de los '80, Luca Prodan dejó las calles europeas para venirse a Córdoba, donde un amigo le garantizaba que era imposible conseguir heroína. "La heroína es la segunda droga más adictiva del Mundo; la primera es el poder", decía Luca.
Pasaba a ser un tano en Traslasierra, el lugar de la tranquilidad para Prodan, que venía de agitar sus años mozos entre Escocia y la Inglaterra del punk y el post punk, del que por la Argentina no habían escuchado hablar, hasta entonces.
Después, vino la historia por todos conocida, con la formación de Sumo y su explosiva aparición en el under porteño.
De aquel entonces, sabemos que lo que estaba sucediendo en la escena europea y norteamericana no llegaba o directamente venía en la valija de algún afortunado viajero. Por eso, Luca y sus compañeros fueron considerados como innovadores, tipos que curtían influencias distintas a las que predominaban en la corriente principal del rock nacional. Con todos estilos medio parientes del punk británico como el reggae o el ska, Sumo dio señales de una identidad clara y a la vez novedosa para la muchachada rockera local.
¿Cómo se veía él dentro de la escena? Como uno que no encajaba en el condado donde García es amo y señor: "Charly es muy Charly", decía Luca. Pero no era el único que había visto que la escena argentina estaba comenzando a oxidarse en un hippismo ya superado más allá de las fronteres: "Acá, la gente cree que rock es Serú Girán", tiraba Pappo, que se había tomado un tiempo en Inglaterra, donde siempre se cocina la posta.
Pero queda la sensación de que con la misma intensidad con que se destaca el aporte musical de Sumo, se soslaya otra contribución al género: el sentido del humor, la ironía y una fuerte crítica que alcanzó su punto caramelo con La Rubia Tarada, letra que nos hace preguntar qué es pose y qué es auténtico. Sobre esa tensión, varias décadas después daban su ironía Los Látigos, al publicar Pose, su álbum de 2002.
Lo que no sabemos. ¿Cuánta gente hubo en el show de Sumo en el Teatro Griego? Imposible saberlo, sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de gente que dice haber estado ahí. Los números no cierran con la gente adentro, a menos que el Griego tenga capacidad para unas 100.000 personas. El dato posta de esa noche fue que se cortó la luz y que Luca se tiraba a la Ochestra del teatro.
Inverosímil como todo relato, hay una historia que jura que Prodan llegó a varios conciertos en un Gordini, repartiendo botellas de ginebra, su nuevo objeto de adicción.
El fuerte sabor de la ginebra, esa que es “bien argentina” dio inicio a una nueva tormenta en la salud de este artista italiano, que pasó como una ráfaga y se fue, el 22 de diciembre de 1987.
Lo que sabemos es que Luca murió (y no como dice el cantito estúpido que pedía por la muerte de Cerati) y lo que no sabemos es cómo impactará su legado en las próximas generaciones, que seguramente se irán asomando a la música de Sumo y de tantos otros artistas fundamentales.