Por Gabriela Martín.
Antonella tiene cuatro años y es alumna del Jardín de Infantes Francisco Ortíz de Ocampo, en Berrotarán, donde tiene unas compañeras que valen oro. Se conocen y comparten actividades desde salita de tres y para ellas, la inclusión es tan natural como lavarse las manos. Sí, una acción tan simple y cotidiana que bañó de solidaridad a todos.
Antonella nació con una patología conocida como mielomeningocele, un tipo de espina bífida que no le permite caminar por sus propios medios y para desplazarse es necesario el uso de un andador. Como aún le cuesta marcar el paso y necesita empujar el andador, sus amiguitas se las ingeniaron para ayudarla a lavarse las manos.
"Tanto las compañeras, como las seños y los papás están siempre atentos a lo que pueda necesitar Anto para poder hacer todas las actividades del jardín", dice a Día a Día su mamá Nidia Godoy.
Primero construyeron la rampa, luego bajaron las piletas para el lavado de manos y cambiaron las canillas por unas de manejo más sencillo. Ahora están trabajando en una nueva sala con baño adaptado y una hamaca especial para personas con discapacidad. Todas obras para que Antonella (y quienes lo necesiten) pueda desarrollarse normalmente.
"Como padres, todo esto nos ayuda mucho porque uno siempre tiene miedo de qué puede pasar cuando empiecen a sociabilizar", cuenta Nidia, quien explica que la niña nació con esta patología y por la que debió colocársele una válvula (a raíz de una hidrocefalia) a los 14 días de su nacimiento.
Antonella es la menor de tres hermanos y el próximo martes 21 de noviembre, por los 45 años de la institución educativa a la que asiste, será parte de uno de los números artísticos de la grilla de festejos. Sus compañeritos bailarán folclore y la seño realizó una adaptación para que ella también pueda bailar.
El próximo objetivo de la familia es poder conseguir una bicicleta manual para que Anto pueda lograr mayor independencia, pero además para que pueda participar de las bicicleteadas con sus amigos y compañeros de jardín.
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