El 28 de abril de 2015, Darío Nazareno Correa llegó a la Terminal de Río Cuarto, compró un boleto hacia San Juan y minutos antes de las 16 subió a la unidad 169 de la empresa "Autotransporte San Juan". Pocos minutos después, se bajó repentinamente, pero "olvidó" un morral en el portaequipaje. A los pocos kilómetros, dos gendarmes detuvieron al ómnibus para un control "de rutina". ¡Sorpresa! En el morral hallaron tres kilos de marihuana y 77 tizas de cocaína.
Los gendarmes eran Luis Alberto Naser y Cristian Ernesto Moya, y se llevaron la foto del día, medalla y felicitaciones de su jefe. Ahora, el fiscal federal de Río Cuarto, Guillermo Lega, los quiere enjuiciar porque considera que ambos trabajaban para una organización narco comandada por Correa –el pasajero que sorpresivamente se bajó del ómnibus y abandonó la droga–, y que el secuestro de esos estupefacientes fue "simulado" para ganarse la confianza del jefe del escuadrón.
En base a "escuchas", el fiscal reconstruyó que al bajarse del ómnibus, Correa se subió a un vehículo que era conducido por Carlos Adrián Grich, quien un instante después tomó su celular para avisarle a los gendarmes que ya estaba "todo listo".
Por eso, el fiscal federal sostiene que el hecho fue "armado por los (gendarmes) imputados con el propósito de que el jefe de Gendarmería no sospechara de las actividades ilícitas en las que se desempeñaban los empleados de dicha fuerza".
Según la acusación, los gendarmes eran los encargados de proveer información y seguridad a la banda narco que operaba en esa ciudad, trayendo droga desde Salta. Dice el fiscal de estos uniformados: "Tenían pleno conocimiento de las actividades desarrolladas por Correa y Grich y no sólo no las denunciaron sino que tuvieron un rol muy activos en las mismas".
Además, el fiscal considera que Correa, el "pasajero", era el jefe de la organización que también integraban (además de los gendarmes) su expareja Alejandra Belén López, Carlos Adrián Grich, Raúl Facundo Oyarzú, residente de Salta y presunto proveedor del material estupefaciente, y la pareja de éste, Rosa Erika Tordoya.
El fiscal dio por cerrada la investigación sobre ellos y pidió la elevación a juicio, acusándolos de narcotráfico.
El inicio. 13 meses antes de ese "exitoso" operativo de Gendarmería, el 6 de marzo de 2014, una mujer dejó datos de manera anónima en la sede de la Policía Federal de Río Cuarto. Daba datos de la existencia de una red de narcotráfico, comandada por "un tal Correa", que distribuiría estupefacientes en la ciudad para su comercialización. La informante aseguraba que la cocaína llegaba a Río Cuarto desde Salta o desde Buenos Aires. No había hasta entonces ningún indicio de la supuesta participación de los gendarmes.
La organización caería mucho después: el 1° de septiembre de 2015, Correa y el gendarme Naser cruzaron mensajes, en los que se anticipaba que llegaría a la Terminal de Río Cuarto una encomienda “frágil”.
Con este dato, la Policía Federal preparó un operativo y el 8 de septiembre copó la Terminal de Ómnibus de Río Cuarto justo cuando Alejandra López, la expareja de Correa, el supuesto líder, retiraba una encomienda. Con ella estaban Naser y también fue detenido otro gendarme, que luego fue desvinculado de la causa y no irá a juicio.
La Federal secuestró el paquete que Raúl Oyarzú habría despachado desde Salta: había 575 gramos de clorhidrato de cocaína, según las pericias. “Durante el procedimiento se logró constatar cómo Correa, que se dirigía a recibirlo, contó con la ‘seguridad’ y ‘blindaje’ de los gendarmes imputados en la causa, que se encontraban en la Terminal, (...) quienes eran parte de la organización y que estaban encargados de ‘limpiar’ las causas”, sostiene el fiscal.